Dr. Domingo Paredes Castillo
- LA COMUNA DE PARÍS
La Comuna de París (28 marzo a 28 de mayo) fue el primer intento de los trabajadores por construir una nueva forma de organización social, equitativa, justa y democrática en la historia. Francia fue el epicentro de este primer levantamiento que iba más allá de las reivindicaciones materiales y económicas de los trabajadores de la ciudad y el campo. ¿Por qué Francia? Porque junto a Inglaterra y Alemania comenzaron a profundizar y acelerar el cambio de época del capitalismo desde 1789, entonces un país de vieja cultura que se encontraba inmerso en una transición acelerada de la manufactura y pequeña producción a la gran industria con todos los impactos negativos de precarización del trabajo, pobreza, concentración de riqueza y del poder, profundización de las desigualdades sociales y conflictos internacionales como la Guerra Franco – Alemana de 1870 que presagiaban entonces las devastadoras guerras mundiales del siglo XX.
Fue el 4 de septiembre de 1870 que el pueblo de Paris, sitiado por los alemanes en sus alrededores, pone fin al II Imperio de Luis Bonaparte designando un gobierno de transición representado por capitalistas y aristócratas rentistas. El 31 de octubre los batallones obreros toman por asalto varias instalaciones y capturan a miembros de ese gobierno. El 28 de enero 1871, Paris capitula ante Alemania, se firma la paz y se designa un nuevo gobierno integrado por representantes de los de siempre, las “clases poseedoras (terratenientes y capitalistas).
El 28 de marzo se da la estocada. Los trabajadores eligen y proclaman por sufragio universal en la Comuna de París como un sagrado objetivo: no esclavizar más el trabajo en beneficio del capital. Para lo cual, se dictaron varias medidas revolucionarias que marcarían para el futuro los anhelos más sentidos de los trabajadores del mundo, como fueron la:
- Eliminación del ejército permanente y sustitución por el pueblo armado con la denominación de Guardia Nacional.
- Creación de una corporación democrática de trabajo, Ejecutiva y Legislativa, al mismo tiempo: la Comuna.
- Elección de los Concejeros Municipales por sufragio universal en los diversos distritos electorales de París. Eran responsables y revocables en todo momento.
- Eliminación de los atributos políticos de la Policía, convirtiéndose en un instrumento de la comuna, responsable ante ella y revocable en todo momento, medida que fue extendida a todas las funciones
- Todos los servidores públicos devengarían “salarios de obreros”.
- Eliminación de la hegemonía de la fuerza espiritual y cultural de la Iglesia, declarando su separación de las del Estado.
- Todas las instituciones de enseñanzas se ponían al alcance de todas y todos, declarándose la libertad de enseñanza en todo su significado.
- Los magistrados y jueces fueron declarados funcionarios electivos, responsables y revocables.
- La Comuna de París sería un modelo de gestión de las políticas públicas a todos los centros urbano-regionales industriales de Francia, dando paso a la transformación del antiguo gobierno centralizado a la “autoadministración” de los productores.
Decía Marx[1], sorprendido de este extraordinario evento histórico, tomó nota de que “… generalmente, las creaciones históricas completamente nuevas están destinadas a que se les tome por una reproducción de formas viejas e incluso difuntas de la vida social, con las cuales se pueden presentar ciertas semejanzas”. Pero la Comuna de París no fue una simple reproducción de las comunas medioevales; al contrario, fue su radical negación al recuperar para el pueblo todas las fuerzas y vigor que hasta entonces le había quitado el antiguo poder estatal de monárquicos y burgueses.
El 19 de abril de 1871, la Comuna presentó su “Declaración al Pueblo Francés”[2] que superaba con hechos las consignas de la Revolución Francesa de 1879, asegurando, entre otros puntos:
- La libertad de conciencia.
- El derecho a la participación permanente de los ciudadanos en los asuntos comunales.
- El traspaso de los talleres y fábricas abandonados a la Asociación de Cooperativa de los Trabajadores en ellos empleados.
La Comuna de París fue el primer gobierno de los trabajadores que intentó eliminar no sólo la forma monárquica de dominación sino la propia dominación de clase en general. Es el intento, que duró apenas nueve meses, para quebrar el poder estatal del capitalismo moderno y devolver a los trabajadores todas las energías y vidas secuestradas. La comuna como gobierno fue un logro social inusitado y ejemplar para las generaciones futuras de trabajadores.
Fue un gobierno breve del pueblo, por el pueblo y para el pueblo que concluyó el 28 de mayo. Tras su violenta desaparición, Engels escribió con dolor: “Justo ahora, cuando tenemos que defendernos con todos los medios a nuestro alcance, dicen al proletariado no se organice de acuerdo con las necesidades de la lucha que está obligado a librar cada día y a cada hora…”.[3] Como en toda transformación histórica, junto a la gente honesta y verdaderos representantes del bien común, se introdujeron personas de otra naturaleza. Unos, sobrevivientes de luchas pasadas, sin visión del movimiento de ese entonces, pero con influencia. Otros, los deshonestos, oportunistas, charlatanes e infiltrados. ¿Qué hicieron? Lo de siempre: entorpecer la verdadera acción de los trabajadores y echar abajo lo que con mucho sacrificio se logró alcanzar. Y vuelven a “reinar” los mismos de siempre, los representantes del pasado, de la vieja sociedad, como vive el Ecuador en la coyuntura actual del retroceso de políticas progresistas a políticas neoliberales inauguradas por el Ingeniero Febres Cordero y sus sucesores como el presidente Guillermo Lasso Mendoza, en los días de hoy.
El 21 de mayo los adversarios se tomaron París y reprimieron con sangre al pueblo obrero de París. ¿Cuántos mártires ofrendaron su vida? Dijeron 17 mil, más de 43 mil fueron hechos prisioneros, 10 mil fueron condenados. Era la venganza de las élites sociales y económicas “respetables”. Sin embargo, como parte de la historia revolucionaria de nuestro tiempo, la Comuna de París no fue tan importante por lo que consiguió en sólo dos meses de existencia, sino por lo que anunciaba: un nuevo tipo de sociedad donde las desigualdades e inequidades dejaran de existir.[4] La comuna fue, en sentido estricto, una insurrección de trabajadores. Diría Lenin[5], en el contexto revolucionario de la revolución Rusa en 1917, “Los Soviets reproducen el tipo de Estado que iba formando la Comuna de París…” al que Marx caracterizara como “… la forma política al fin descubierta para llevar a cabo dentro de ella la emancipación económica del trabajo”[6].
2. ECUADOR: EL 15 DE NOVIEMBRE DE 1922. PRÓXIMO PRIMER CENTENARIO DE ESTA LUCHA DE LOS TRABAJADORES EN EL AÑO 2022.
Los años de lucha liberadora de emancipación colonial de comienzos del siglo XIX, a lo largo de la que hoy constituye América Latina y el Caribe, ocuparon un lugar destacado en la etapa de las revoluciones burguesas de la época. Mientras el ascenso de la burguesía a escala mundial tanto industrial, comercial y bancaria, iban diluyendo paulatinamente las viejas estructuras sociales y económicas de la vieja sociedad agraria; en nuestra región, las criollas e incipientes burguesías no se emancipaban de ese mundo mítico de las transacciones mercantiles, de la servidumbre y la esclavitud. El proletariado, en sus connotaciones modernas, era incipiente.
En Ecuador la pesada herencia colonial mantenía intactas y omnipresentes sus viejas, injustas y deformadas estructuras. Era el espectro de un fantasma que corroía los cimientos de la naciente República tal como lo describiría José Carlos Mariátegui, que “…la independencia aparece determinada y dominada por este proceso”.[7] Fuimos condenados por la división internacional del trabajo a ser compradores de productos industriales y vendedores de productos primarios agrarios y mineros, engendrando una economía altamente vulnerable y dependiente siempre de un solo cultivo o producto como el cacao que en ese entonces entró en una fase de sobreproducción que tumbó los precios y el remate fue la plaga “escoba de la bruja” que destruyó gran parte de las plantaciones.
Este impacto generó una crisis política y económica que golpeó al Ecuador y al pueblo, en especial a los trabajadores urbanos vinculados a las primeras fábricas que desde fines del siglo XIX comenzaron a funcionar en Quito, Cuenca y Guayaquil, vinculadas a los tradicionales talleres manufactureros y artesanales. Eduardo Vásconez, en 1923 expuso su preocupación sobre la “… inexistencia de una hábil legislación protectora que tienda, mediante la concesión de primas y el aumento de los derechos arancelarios de aduanas para los productos de importación similares a los que producen nuestros nacionales; a desarrollar la agricultura y establecer e impulsar ciertas industrias que muy grande falta hacen en nosotros”.[8] ¿Qué exportaba Ecuador? Lana vegetal, cáscaras de mangle, quina o cascarilla, paja toquilla, paja mocora, suelas, tabacos en hoja, algodón, café, y, como rubro más importante, cacao. ¿Qué comprábamos? Chocolates, sal común, fósforos, cerillas, cebada, cerveza, cemento y la compra de maquinarias se reducía a adquirir motores, máquinas de tejer, máquinas de imprimir, aparatos eléctricos, mientras las importaciones de “máquinas para fábricas y refinerías” era incipiente.
Concomitantemente al nacimiento y desarrollo de las industrias, unas en manos de capitales extranjeros dedicados a la exploración y explotación de petróleo (Ancón, Provincia de Santa Elena) y oro (Zaruma – Portovelo) y el monopolio del ferrocarril; otras de capitales nacionales invertidos en ingenios azucareros, fábricas textiles, de tabaco, de cerveza, y otros, La clase obrera se desarrollaba incipientemente y hacía su aparición en la sociedad ecuatoriana. Su proceso de organización fue complejo y lento en la transformación de los gremios con rezagos coloniales feudales a los modernos sindicatos de la sociedad industrial, meta que fue posible alcanzarla después de la intensa lucha y masacre de los trabajadores de Guayaquil el 15 de noviembre de 1922 y de la Revolución del 9 de Julio de 1925.
¡Cuánto sacrificio tuvo que hacer la clase trabajadora del Ecuador para organizarse y defender sus justos derechos! Desde 1889 con la huelga de los panaderos de Guayaquil hasta la huelga general de Guayaquil en 1922, se produjeron 12 huelgas, la libérrima revolución liberal liderada por el General Alfaro en junio de 1895, su execrable asesinato en 1912 y la insurrección de Carlos Concha en Esmeraldas en 1913.
En este cortísimo período surgen las acciones por alcanzar la jornada de 8 horas de trabajo, aumento de los salarios y seguridad industrial. Es la coyuntura de formación de la clase obrera urbana y rural, como el núcleo dinámico y organizado de las clases sociales subalternas, que evoluciona del mutualismo asistencialista al sindicalismo moderno y, al que el Estado de las élites económicas transfiere todo el peso de la crisis económica como efecto del descenso del precio del cacao.
Un evento histórico importante para la clase trabajadora fue la fundación de la Confederación Obrera del Guayas un 31 de diciembre de 1905 con la presencia de dirigentes de las nueve más importantes organizaciones locales. Según sus Estatutos, los fines de la Confederación fueron[9]:
- Propender por todos los medios el establecimiento de sociedades gremiales a todos aquellos que no lo tuviesen.
- Procurar obtener el descanso semanal de un día y la reglamentación de las horas de trabajo a ocho.
- Procurar el establecimiento de leyes que protejan al obrero, industriales o artesanos, de accidentes de trabajo.
El Primer Congreso Obrero Nacional, convocado por la Sociedad Artística e Industrial de Pichincha, en la marcha de la unidad de los trabajadores del país, se realizó el 10 de agosto de 1909. Su principal objetivo era la creación de un organismo sindical de carácter nacional. En dos meses de deliberaciones el Congreso aprobó entre sus resoluciones un Proyecto de Constitución de la Unión Ecuatoriana de Obreros y un Proyecto de Ley de Indemnización de las Víctimas de los Accidentes de Trabajo. Este proyecto fue presentado al congreso nacional que lo rechazó de inmediato. Del 7 al 9 de Octubre de 1920 se reunió el Segundo Congreso Obrero Nacional en Guayaquil con la presencia de delegados de 52 organizaciones, 21 de ellas de la sierra y 31 de la costa. Se convocó a los trabajadores para la organización y legalización de la formación de sindicatos en sustitución de los gremios, a luchar por la elevación de los salarios, por el descanso dominical obligatorio, por la creación de un ministerio o departamento del trabajo para la atención a conflictos laborales, y denunciar la explotación de los terratenientes a los indígenas demandando al Congreso Nacional un incremento de los jornales de los campesino, pero no logró alcanzar el objetivo de la unidad deseada. No existía una clara conciencia de clase y la influencia de corrientes ideológicas como el anarco-sindicalismo y otras religiosas, detenían el proceso.
En la sierra, la influencia de la Iglesia neutralizó la decisión de los gremios por la unidad. En esta coyuntura surge la lucha de los trabajadores de Guayaquil por mejorar sus condiciones de vida y de trabajo, hereda la experiencia de las luchas populares libertarias, anticoloniales, anti – terrateniente y anti – capitalista en la línea de la Comuna de París de 1871 y de la naciente revolución rusa de 1917.[10]
Las jornadas de octubre y noviembre de 1922, fueron el bautizo de la clase trabajadora en la escena política nacional; fue la culminación más alta del movimiento obrero como sujeto político-sindical. Su aparición enérgica en las dos primeras décadas del siglo XX inició la larga marcha por la transformación revolucionaria, democrática, soberana y popular del Ecuador. Fue el comienzo de la segunda y definitiva independencia que se inscribe en el siglo XXI con la Revolución Ciudadana y el Buen Vivir. Esta lucha se inició por reivindicaciones parciales, contra el alto costo de la vida, por el alza de salarios y otras reivindicaciones económicas. La lucha comenzó con la acción de los obreros ferroviarios de Durán el 18 de octubre de 1922 cuando presentaron un Pliego de Peticiones a la compañía estadounidense “Guayaquil and Quito Railway Company” en el que se demandaban un aumento de salarios, atención médica y la promulgación de leyes y garantías sindicales.
El 7 de noviembre, cuando los obreros de las empresas de “Fuerza y Luz Eléctrica” y de “carros urbanos” presentaron sus pliegos de peticiones, recibieron como respuesta la exclusión y amenaza del despidos intempestivos. Mucho sufrimiento y muertes fue el costo social de los trabajadores por alcanzar sus derechos de vida y trabajo digno. En poco tiempo se fue ampliando el movimiento hasta 30 mil trabajadores. El movimiento que se inició con reivindicaciones de carácter económico se transformó en un movimiento de profundo y amplio contenido político. Llegó a convertirse en un movimiento de huelga general que paralizó a la ciudad de Guayaquil que entonces cerca de 100 mil habitantes. El Comité de Huelga llegó a ejercer el control de la ciudad de Guayaquil, a tal grado que sus dirigentes daban permiso para que vehículos de las autoridades de la provincia pudiera circular por las calles.
Era la clase trabajadora en pie de lucha y en plan de combate general por sus reivindicaciones. Pese a las debilidades y la diversidad de corrientes ideológicas políticas al interior de las organizaciones se destacaron la Federación de Trabajadores Regional Ecuatoriana (FTRE) de orientación anarco-sindicalista que se solidarizó con los trabajadores ferroviarios el 26 de octubre. El apoyo de la Asociación Gremial del Astillero que publicó su adhesión a los trabajadores en conflicto fue importante como la solidaridad militante de la Sociedad Artística e Industrial de Pichincha (SAIP), la Confederación Obrera del Guayas (COG), y tantas otras.
No hay que olvidar que la provincia y la ciudad de Guayaquil fue militarizada y una vez consumada la represión y masacre violenta del 15 de noviembre de 1922, con el argumento de acabar con la “sedición extranjerizante” y la “agitación extremista” a fin de salvar al país del “…furor criminal de la chusma de salteadores… de los impreparados (sic) cholos que creen que eso es socialismo” según se anotaba en un pasquín de la época. Las élites locales y autoridades de gobierno organizaron homenajes y agasajos a los aparatos represivos del Estado en el exclusivo Club de la Unión de Guayaquil, centro de concurrencia social de la oligarquía.
El 15 de noviembre se dio la masacre de cientos de hombres, mujeres y niños. Su combate por la vida terminó en el asesinato, muchos arrojados a fosas comunes, y otros, arrojados al caudaloso Guayas. Pese al costo de valiosas vidas, el cinco veces presidente de la República del Ecuador, Dr. José María Velasco Ibarra, en la fecha Secretario del Consejo de Estado presidido por el liberal José Luis Tamayo, manifestó: “No hay tal masacre, lo que hay es unos cuantos ladrones que han asaltado los almacenes para robar”. Los trabajadores y el socialismo para el buen vivir tuvo su bautizo de fuego el 15 de noviembre de 1922. ¿Qué lecciones aprendidas y qué experiencias podemos extraer de estos dos momentos históricos relevantes cómo fueron la Comuna de París (1871) y la Huelga Nacional de Guayaquil (1922)? Aproximemos algunas conclusiones:
- Tanto la Comuna de París como lo Huelga General de Guayaquil fueron manifestaciones sentidas por los trabajadores. La lucha por mejores salarios, por jornadas laborales racionales y por un trabajo decente y digno, sigue siendo las más altas consignas de los trabajadores a nivel mundial, las mismas que se sintetizan lapidariamente en un llamado de la Comuna de París: “La esclavización del trabajo por el capital ha sido siempre la piedra angular de la política”.
- El proletariado urbano nacional e internacional apareció como el protagonista de la historia de la sociedad moderna por transformar y mejorar la economía, la política y la vida social de los pueblos. No concluye el antagonismo entre las “clases apropiadoras” y las “clases productoras”.
- El cambio época de los modos de producción precapitalistas al capitalista fue violento, transformando al Estado que fue adquiriendo un carácter cada vez más represivo del poder del capital sobre el trabajo. Lección aprendida: el carácter político cambia simultáneamente con los cambios económicos operados en la sociedad.
- La Comuna de Paris en dos meses, así como la Huelga General de Guayaquil en dos semanas, quebraron el poder estatal moderno aunque por poco tiempo y crearon las bases de instituciones democráticas participativas.
- Se mantiene la meta de transformar los modos de producción en simples instrumentos de trabajo libre y asociado, y no en medios de esclavización y de explotación del trabajo. La Comuna como la Huelga General de Guayaquil levantaron la solidaridad y el reconocimiento del resto de clases subalternas como el campesinado, el artesanado y sectores de la clase media y anunciaron al socialismo alternativa sostenible para los pueblos.
- Así como la Comuna anexó a Francia a los trabajadores del mundo, la Huelga General de Guayaquil nos anexó a los trabajadores de América Latina y el Caribe.
- Sus legados perviven en las acciones de los trabajadores del siglo XXI. Lección aprendida: la historia no es un cálculo matemático ni físico cuántico. Una realidad social se transforma cuando la mujer y el hombre toman acción sobre ella, la viven, la sufren, gozan, quieren o niegan y la cambian. Esa es la revolución en marcha en el siglo XX.
3. ¿PERSISTE LA REVOLUCIÓN CIUDADANA DEL SIGLO XXI?
Los pueblos y gobiernos de América Latina y el Caribe (ALC) están innovando la historia. Los procesos de industrialización tardíos, dependientes, sustitutivos de importaciones del siglo XX están siendo materializados ahora a través de procesos nacionales soberanos e integracionistas liderados por gobiernos progresistas que promueven los cambios, unos con más profundidad que otros, para alcanzar lo que las Naciones Unidas allá en los años 70 y 80 promulgó como el “Derecho de los Pueblos al Desarrollo” y a una “Democracia inclusiva, participativa y protagónica de ciudadanos activos y empoderados de sus derechos y obligaciones”.[11]
Estos cambios se dan en un escenario de fuertes confrontaciones entre los tradicionales países centrales y hegemónicos con los países atrasados, periféricos y dependientes del antiguo mundo colonial y neocolonial del siglo XX y XXI.[12] Cambios que los liderazgos políticos e ideológicos más avanzados de ALC impulsan a contracorriente para la modernización de la agricultura, la industrialización regional en cadena de valor inter e intra-estatales, para crear las bases infraestructurales de la sociedad del conocimiento en este presente siglo.
De ahí parte la necesidad de analizar sistemáticamente las nuevas dinámicas de las empresas y los trabajadores intelectuales y manuales, del campo y la ciudad, autónomos y con relaciones de dependencia laboral, al interior de estos profundos cambios que se están produciendo. Vivimos realidades distintas a las del pasado, sin embargo, varios políticos, empresarios, dirigentes sindicales y trabajadores, siguen percibiendo la realidad como algo estático que no ha cambiado en los últimos 40 años.[13] Sin darse cuenta que el capitalismo industrial basado en la producción en serie se va transformando hacia nuevas estructuras de producción.
A medida que los países se liberan de las relaciones de dependencia y subordinación al capital financiero internacional y asumen soberanamente sus derechos a gestionar sin interferencias de sus recursos y aparatos productivos para el bien común, se hace posible viabilizar la transición de la producción industrial en serie a la producción automatizada, a la producción de ideas, patentes, formulas científicas y conocimientos avanzados.
Gran parte de la masa laboral, la del Trabajo, como la de los empresarios y las nuevas tecnologías, van rompiendo la tradicional división del trabajo, la composición técnica del capital y el trabajo, y los modelos de acumulación originaria para este cambio de época. La combinación de las tecnologías manual, mecánica y automatizada, en un mismo espacio-temporal como el de ALC, nos anuncia una etapa prolongada de revoluciones como la de Venezuela, Bolivia y la Revolución Ciudadana de Ecuador.
Se trata de transformaciones tensionales que ponen en juego a las fuerzas hegemónicas del pasado con las del presente-futuro. Como lo señaló Álvaro García Linera, Vicepresidente de Bolivia[14]: “En las contradicciones y tensiones se develan los problemas que afligen a una colectividad, se visibilizan las diferentes propuestas de solución de los problemas, y en las conflictividades mismas, develadas por esas contradicciones, es donde la sociedad articula proyectos, alianzas y medios para solucionarlas, parcial o plenamente… mediante los cuales se logran los cambios y se impulsa el avance de una sociedad, y forman parte indisoluble del curso democrático y revolucionario de los pueblos”.
La experiencia de la Revolución Ciudadana en Ecuador sobre el Trabajo, es significativa. Sin duda, desde el 2007 el conflicto recurrente entre la lógica y la dinámica del capital en su maximización histórica de la ganancia con el trabajo en su lucha también histórica contra la explotación, dominación y enajenación en la que ha vivido y sufrido por más de 200 años, ha comenzado a cambiar radicalmente. Pero, el gobierno neoliberal que lidera el Sr. Guillermo Lasso Mendoza, está resucitando lo que la revista Vistazo No. 1317 / Junio 23 – 2022, lo confirmó con la interrogante: ¿Ecuador regresa a lo mismo?
En materia de los derechos de los trabajadores, mientras en el pasado, las conquistas avanzaban por cuentagotas y requerían de cruentas y masivas protestas callejeras, el Gobierno de la Revolución Ciudadana, después del enorme retroceso de los derechos laborales propiciado por la flexibilización neoliberal aplicada en el largo cuarto de siglo que precedió al gobierno, promovió saltos cualitativos, auténticamente democráticos y progresistas, que posicionaron a Ecuador como uno de los países vanguardistas en el ámbito laboral desde el año 2008. Los gobiernos del Sr. Lenin Moreno y del Sr. Guillermo Lasso, son los peores de la historia del Ecuador. Lo que tenemos hoy es lo que realizaron este binomio Moreno – Lasso.
Sin duda, el golpe dado del nuevo gobierno neoliberal del 2021 – 2025 a la protección de los trabajadores en sus derechos y obligaciones es un punto de quiebre a las garantías alcanzadas desde 1927 en favor de los trabajadores. Recordar, por ejemplo, la eliminación de la tercerización laboral, el concepto de salario digno, el significativo aumento de los salarios reales en la distribución primaria del ingreso, el tratamiento digno que se confiere a las empleadas remuneradas de los hogares (garantizando la seguridad social y remuneraciones iguales a los demás trabajadores) y la inclusión de las personas con discapacidad y de otros grupos altamente vulnerables.
Esta apuesta por la vida digna demandó del gobierno de la Revolución Ciudadana un cambio sustancial en la dirección y contenido de la acción del Estado y las políticas económicas y sociales. El mayor esfuerzo desplegado tuvo relación con la inversión social en salud y educación. Solo los seres humanos sanos, educados y capacitados son libres y pueden desenvolverse a plenitud en la vida. Algunos de los pilares de la revolución del trabajo impulsada y ejecutada en estos 8 años, se resumen así:
La primacía del ser humano sobre el capital. El ser humano es el sujeto y fin del sistema económico que es “social y solidario”. (Añadiría con mercado). La Revolución Ciudadana es un movimiento de masas, democrático, pluralista, que coloca al trabajo y al talento humano como un valor superior; no como una simple mercancía que se compra y se vende en el mercado. No existe un marcado laboral sino un sistema laboral que debe ser regulado y controlado obligatoriamente por el Estado en función de la plena garantía de los derechos legítimos de los trabajadores, incluida la libertad de su organización. La Constitución de la República, reconoce todas las formas lícitas de trabajo. El trabajo es fuente de realización personal.
Socialismo significa que el trabajo es el generador de valor y constituye un derecho humano fundamental, tan importante como el derecho a la vida. Al Estado le corresponde velar por las condiciones dignas para el ejercicio de este derecho. La política remunerativa debe orientarse a la justicia social mediante el mejoramiento constante de las remuneraciones en la distribución primaria del ingreso. La productividad y el costo de vida deben utilizarse, además, como parámetros para su determinación. Poner fin a todo tipo de discriminación laboral, ya sea por razones étnicas, raciales, políticas, religiosas, de género y otras. Eliminación de la pobreza, mediante el acceso a un empleo o trabajo digno, como la única vía efectiva y sostenible a largo plazo.
Transformación cultural, tanto del trabajador y su organización como del empleador. Los empleadores deben cumplir con la responsabilidad social, ambiental, laboral y fiscal. Los trabajadores deben cumplir con responsabilidad. Una nueva visión del sindicalismo como la organización encargada de la defensa de los legítimos derechos del trabajo; y, que contribuya al mejoramiento de la productividad, la innovación y el cambio de la matriz productiva matriz energética. El pleno empleo con trabajo digno debe ser la nueva utopía movilizadora para los ecuatorianos. Las políticas públicas propenderán a la consecución de tal meta. El pleno empleo digno es responsabilidad del Estado y la sociedad. La generación de condiciones y establecimiento de oportunidades para el trabajo digno para todos es responsabilidad social y del Estado
Los Incentivos tributarios, uno de los incentivos tributarios más eficaces es aquel que se orienta a la generación de nuevos empleos. Tiene la ventaja de facilitar una clara “rendición de cuentas”. Premiar a los emprendimientos que incorporen más y más talento humano, sin recurrir a escudos fiscales, apunta a resolver un problema social y económico central. Capacitación, al Estado le corresponde capacitar y formar para la creación y afirmación de competencias laborales. La educación formal, de calidad y gratuita, debe ser complementada con la formación para el trabajo (aptitudes y actitudes). Pasantías, tanto en el sector público como en el sector privado las pasantías constituyen una puerta de entrada al primer empleo.
Sindicalismo por ramas, considerando la existencia de miles de empresas con menos de 30 trabajadores, el sindicalismo por ramas, es una alternativa que permitiría la organización de los trabajadores. Democratización sindical, es indispensable, junto con una nueva visión de un sindicalismo moderno, diseñar mecanismos democráticos para su constitución. La votación universal, libre y secreta garantiza un sindicalismo mucho más participativo y democrático.
Contratación Colectiva, la negociación colectiva debe trascender del economicismo puro. Si bien los salarios constituyen materia básica de la contratación colectiva, es indispensable hablar, más que de los derechos de los trabajadores, de la ciudadanía laboral. Respecto a la contradicción capital trabajo, hay que diferenciar entre sector público y sector privado. Entre el Estado y los trabajares no existe la pugna por la distribución primaria del ingreso, como sí existe en el sector privado.
Son años de lucha, de intensa y profunda lucha contra el pasado. La Revolución del Trabajo digno y decente, concomitantemente a los cambios de la matriz productiva y energética, nos dará nuevos retos en la promoción y defensa de los principios y derechos fundamentales en el trabajo a partir del año 2025: la libertad de asociación y libertad sindical, el reconocimiento efectivo del derecho de negociación colectiva, la eliminación de todas las formas de trabajo forzoso u obligatorio, junto a la eliminación de la discriminación en materia de empleo y discriminación y la abolición definitiva del trabajo infantil.
Somos conscientes que para los gobiernos y organizaciones laborales de ALC debemos asumir el compromiso de enfrentar dos grandes y complejos desafíos del siglo XXI: hacer realidad el trabajo digno y decente en el marco de la equidad, justicia e igualdad y lograr la sostenibilidad ambiental que sin duda, Ecuador lo podría lograr con el cambio de la matriz energética y por las políticas claras de adaptación y mitigación del cambio climático.[15] Pero ya es tarde. El Ecuador dibuja hoy una realidad nefasta para todas y todos.
Cerramos esta reflexión con la exposición de indicadores publicado en la Revista Vistazo No. 1318 / Julio 7. 2022, que se visibilizan gracias a la Directora Ana Patricia Muñoz del Grupo FARO: “La pobreza en la realidad se incrementa al 42%. En algunas provincias, dos tercios de la población no tienen acceso a los servicios básicos. Esa es una foto del Ecuador en el que vivimos. Solo por poner una cifra de desigualdad: el 10% más rico concentra cerca del 80% de todo el patrimonio del país. La pobreza en general en Ecuador es del 27% y la ruralidad se incrementa al 42%. Y tenemos desigualdad entre regiones: el acceso a alcantarillado en Pichincha está por sobre el 92% y en provincias amazónicas como Orellana está bajo el 30%. Es decir, en algunas provincias, dos tercios de la población no tienen acceso a los servicios básicos.
[1] Marx, Karl y Federico Engels. 1951. Obras Escogidas en dos tomos, tomo I, pp. 485-486. Moscú, Ediciones en Lenguas Extranjeras.
[2] Hunt, Tristram. 2011. El Gentleman Comunista. La Vida Revolucionaria de Friedrich Engels, pp. 247, 249-251, 256 y 337. Barcelona, España. Editorial Anagrama.
[3] Idem., página 256.
[4] Hobsbawm, Erc. 2012. La Era de la Revolución (1789-1848), La Era del Capital (1848-1875), La Era del Imperio (1875 – 1914). Buenos Aires, Argentina. Crítica (Grijalbo Mondadori, S .A.).
[5] Lenin, Vladimir. 1977. “Las Tareas del Proletariado en Nuestra Revolución, 1917”, pp. 149-186. En: Obras Completas, Tomo 31. Moscú, Editorial Progreso.
[6] Marx, Karl, ob. Cit. “La Guerra Civil en Francia”.
[7] Mariátegui, José Carlos. 1971. 7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana, Obras Completas Tomo 2, p. 16. Lima, Perú. Librería Editorial Minerva.
[8] Vásconez, Eduardo. 1923. Resumen Estadístico Comercial del Ecuador, 1911-1920, p. 14. Quito, Ecuador. Talleres Tipográficos Nacionales.
[9] Fuente importante de información son las investigaciones realizadas por Oswaldo Albornoz. 1969. Del Crimen del Ejido a la Revolución del 9 de Julio de 1925; Patricio Icaza Cortez. 2007. Historia del Movimiento Obrero Ecuatoriano. Quito, Ecuador. Ediciones La Tierra; Elías Muñoz Vicuña. 1980. Historia del Movimiento Obrero del Ecuador. Guayaquil, Departamento de Publicaciones de la Universidad de Guayaquil, tercera edición;
[10] Saad Niyaim, Pedro. 2012. 15 de Noviembre de 1922. Guayaquil, Ecuador. Publicación del PCE.
[11] Cf. Ansaldi, Waldo y Verónica Giordano. 2012. América Latina. La Construcción del Orden, Tomo II De las sociedades de masas a las sociedades en procesos de reestructuración. Buenos Aires, Argentina. Editorial Ariel;
[12]Cf. Rodríguez Garavito, César A., Patrick S. Barret y Daniel Chávez, Editores. 2005. La Nueva Izquierda en sus Orígenes y Trayectoria Futura en América Latina. Bogotá, Colombia. Grupo Editorial Norma.
[13] Drucker, Peter F. 1993. La Sociedad Pos capitalista. Buenos Aires, Argentina. Editorial Sudamericana, pp. 151 – 173; Mejía Navarrete, Julio, Editor. 2012. América Latina en Debate. Sociedad, Conocimiento e Intelectualidad. Lima, Perú. Universidad Ricardo Palma / Editorial Universitaria, pp. 47 a 234; Sakaiya, Taichi. 1994. Historia del Futuro: la Sociedad del Conocimiento. Santiago de Chile. Editorial Andrés Bello, 275 328.
[14] García Linera, Álvaro. 2014. Las Tensiones Creativas de la Revolución. La Quinta Fase del Proceso de Cambio. La Paz, Bolivia. Ediciones de la Vicepresidencia del Estado, pág. 25.
[15] Oficina Internacional del Trabajo, 2021. Informe V: El Desarrollo Sostenible, el Trabajo Decente y los Empleos Verdes. Conferencia Internacional del Trabajo, 102ª Reunión Internacional del Trabajo. Ginebra, Suiza.