Rodrigo Santillán Peralbo
Luiz Inácio Lula da Silva de humilde origen, tanto que en su niñez fue lustrabotas y en la adolescencia obrero de una siderúrgica, pero de extraordinaria inteligencia, coraje y fuerte personalidad. Gracias a su tenacidad fue indiscutido líder del Partido de los Trabajadores, y desde enero asumirá, por tercera ocasión, la Presidencia de Brasil para forjar un gobierno progresista y democrático al servicio de su pueblo y, en especial, de los más necesitados, como ya lo hizo en sus anteriores mandatos en los que más de 30 millones de personas salieron de la pobreza-miseria.
Lula, un líder de la izquierda brasileña será, también, el primer obrero que, por tercera ocasión ocupe al Palacio de la Alvorada. Su reelección se debe a sus programas en beneficio del pueblo que ejecutó en sus mandatos anteriores, en especial, en la exitosa implementación de sus programas de distribución de ingresos como la “Bolsa Familia, y del acceso de los más pobres a líneas de crédito, salarios más altos, generación de empleos y mejor calidad de vida en educación (ProUni, 14 universidades creadas…), vivienda (Mi Casa, Mi Vida), infraestructura y saneamiento (Luz para Todos, Programa de Aceleración del Crecimiento y otros). La relación del gobierno con la población gana otra calidad, con la realización de más de 70 conferencias nacionales y la apertura sistemática del Palacio del Planalto a diferentes grupos de la sociedad civil organizada.
Entre los éxitos de sus mandatos anteriores bien vale destacar su política internacional, su lucha por la integración de América Latina, el combate al hambre en particular en África, siempre con el pensamiento de promover el crecimiento económico sin jamás sacrificar los intereses populares y la búsqueda y ejecución de planes que permitan implementar la justicia social a partir de una mejor distribución de los ingresos que para posibilitar el desarrollo del pueblo y del país.
La clase poderosa no podía perdonar, ni permitir que un obrero fuera presidente de Brasil y decidió acusarle de corrupción por lo que la justicia manipulada le condenó a 12 años de prisión que debían poner punto final a su carrera política. Esa injusta condena no terminó con la cerrera política de Lula como muchos de sus enemigos así pensaban.
Esa injusta sentencia fue apelada y así, el Supremo Tribunal brasileño 2anuló la condena en 2021 por errores en el proceso, y Lula ganó un balotaje presidencial con 50,9% de los votos contra 49,1% del actual presidente, Jair Bolsonaro.
Según analistas brasileros, Lula con 77 años, se apresta a volver el 1 de enero al cargo de presidente que ya ejerció de 2003 a 2011. Se espera que sea el Jefe de un gobierno progresista que tanto ansía América Latina.
Según varios biógrafos de Lula, entre los que cabe mencionar a Víctor Moreno, María E. Ramírez, Cristian de la Oliva, Estrella Moreno se podría destacar que sostienen que hay tres claves que explican por qué el líder del Partido de los Trabajadores (PT) venció al ultraderechista Bolsonaro en medio de una gran polarización política,
1. NOSTALGIA POR LOS GOBIERNOS DE LULA
La primera razón de la victoria de Lula es la añoranza que buena parte de los brasileños tienen de los tiempos en que presidió Brasil, expresada con votos.
Para muchos brasileros, la imagen de Lula encarna el recuerdo de tiempos mejores.
En los dos mandatos consecutivos de Lula, el país tuvo un boom económico, con altos precios de las materias primas que produce. Más de 30 millones de personas ascendieron a la clase media con programas sociales del gobierno.
Eso contrasta con la crisis económica que Brasil vivió en los años recientes, cuando millones de brasileños cayeron en la pobreza y la miseria.
La situación social se agravó con la pandemia de coronavirus que Bolsonaro calificó de «gripecita» y que mató a más de 685.000 brasileños.
Ni el tibio crecimiento de la economía brasileña en los últimos meses, ni las ayudas financieras que distribuyó el gobierno en plena campaña pudieron borrar la nostalgia por los gobiernos de Lula.
«La pandemia dejó expuestos los principales problemas sociales de Brasil con más claridad: hoy los problemas más importantes son educación, salud, hambre; incluso más que los problemas económicos», dice Antonio Lavareda, un politólogo brasileño experto en comportamiento electoral.
«Y con esa agenda social, Lula lleva la ventaja de ser muy vinculado a las políticas sociales de sus dos gobiernos anteriores», agrega Lavareda.
De hecho, un pilar electoral de Lula fue el apoyo de los más pobres. Según encuestas previas al balotaje, cerca de tres de cada cinco votantes que ganan hasta dos salarios mínimos se inclinaban por él.
A lo largo de la campaña, el expresidente evitó dar detalles de sus planes de gobierno. En cambio, buscó refrescar el recuerdo de su gestión, que concluyó con una aprobación superior a 80%.
«Posiblemente uno de los mejores momentos que este país vivió en las últimas décadas fue el tiempo en que yo goberné», dijo Lula en su último debate con Bolsonaro.
Y pidió que lo votaran para volver a «hacer crecer el país, generar empleo, distribuir renta y que el pueblo vuelva a comer bien».
2. EL FUERTE RECHAZO A BOLSONARO
Bolsonaro es el primer presidente de Brasil que pierde un intento de ser reelecto desde que la Constitución del país habilitó esa posibilidad hace un cuarto de siglo.
Una parte del apoyo que obtuvo Lula provino de votantes que querían evitar que Bolsonaro siguiera en el poder.
Esto también se debe, en gran medida, al alto nivel de rechazo que genera el actual mandatario.
La mitad (50%) de los votantes brasileños decía que evitarían votar de cualquier modo a Bolsonaro, según una encuesta de la empresa Datafolha.
«Esta elección en Brasil se volvió un gran referéndum sobre el gobierno de Bolsonaro», decía Maurício Santoro, un politólogo de la Universidad del Estado de Río de Janeiro.
Agrega que muchos votantes del ganador Lula «pueden no ser grandes admiradores de Lula, del Partido de los Trabajadores o de la izquierda», sino que vieron en él «la única posibilidad de derrotar a Bolsonaro».
Las críticas al actual presidente de Brasil van mucho más allá de su manejo de la economía o su respuesta a la pandemia.
A lo largo de su gobierno, Bolsonaro fue acusado de alentar la división de su país, asumir actitudes autoritarias y amenazar a otros poderes del Estado.
Y distintos analistas dentro y fuera de Brasil advirtieron que un segundo mandato del actual presidente podía suponer un desafío aún mayor para la democracia del gigante sudamericano.
Magna Inácio, profesora de ciencia política en la Universidad Federal de Minas Gerais, señala que en medio de tantas turbulencias hubo «un sentimiento del elector por el cambio» que colocó en un segundo plano el recuerdo de los escándalos que surgieron en los gobiernos del PT.
«Una conjunción de factores favorecían la candidatura de Lula e hicieron que la cuestión de la corrupción pierda cierta centralidad, deje de ser el factor más importante para los electores y que esas otras cuestiones se vuelvan más relevantes», dijo Inácio a BBC Mundo.
3. LA CONQUISTA DEL CENTRO POLÍTICO
Otra clave del triunfo electoral de Lula fue que disputó con éxito el centro político brasileño a lo largo de la campaña.
Para ello, el izquierdista escogió como candidato a vicepresidente a Geraldo Alckmin, un exrival suyo de centro derecha al que derrotó en las elecciones de 2006.
Luego de ganar la primera vuelta del 2 de octubre con 48,4% de los votos, Lula logró para el balotaje el apoyo de los candidatos centristas que habían quedado en el tercera y cuarta posición: Simone Tebet y Ciro Gomes.
También recibió el respaldo del expresidente Fernando Henrique Cardoso, un socialdemócrata de 91 años que fue rival político de Lula en el pasado y es respetado en círculos intelectuales.
Todo esto contribuyó a reducir las inquietudes que la perspectiva de un nuevo gobierno de izquierda en Brasil podía generar en parte de la élite del país y en el mercado financiero, señala Santoro.
«Esta alianza que Lula montó en las elecciones de 2022 es la mayor y más diversa que Brasil tiene desde el movimiento por el retorno de la democracia en los años 1980: están la izquierda, los liberales, parte de la derecha», dice.
Lula aludió a esto en su primer discurso tras ser electo, al afirmar que la suya «es la victoria de un inmenso movimiento democrático que se formó encima de los partidos políticos, de los intereses personales (y) las ideologías, para que la democracia saliera vencedora».
En un país tan polarizado y sin mayoría en el Congreso, un desafío clave de Lula será mantener ese respaldo que tuvo en las urnas en el gobierno.
ALGUNOS DATOS BIOGRÁFICOS DE LULA
Varios de sus biógrafos señalan que Luis Inacio Lula da Silva fue metalúrgico sindicalista antes de involucrarse en política, se convirtió en el primer presidente del Partido de los Trabajadores (PT). 35º presidente de Brasil entre el 1 de enero de 2003 y el 1 de enero de 2011. Su gobierno emprendió reformas y cambios radicales que produjeron grandes transformaciones sociales y económicas en Brasil.
Lula da Silva es categórico en afirmar: «Yo soy un ciudadano que cree en el ejercicio de la democracia como regla de vida»
Lula da Silvanació el 27 de octubre de 1945 en Caetés, Pernambuco, Brasil.
Fue el séptimo de ocho hijos de Aristides Inácio da Silva y Eurídice Ferreira de Melo.
Dos semanas después de su nacimiento, su progenitor se trasladó a Santos con Valdomira Ferreira de Góis, prima de Eurídice. En diciembre de 1952, su madre se trasladó a São Paulo con sus hijos para reunirse con su marido y cuando llegaron en Guarujá descubrió que su esposo había formado una segunda familia con Valdomira. Las dos familias vivieron en la misma casa hasta que se trasladaron a una habitación pequeña en la zona trasera de un bar en la ciudad de São Paulo.
Lula vendió naranjas para sobrevivir y a los dieciséis años, hizo un curso de tornero mecánico, después trabajó en la Fábrica de Tornillos Marte, donde obtuvo una beca para estudiar un curso de tres años sobre metalurgia. Durante la crisis tras el golpe militar de 1964, fue de fábrica en fábrica hasta que en 1966 entró a las Industrias Villares, una de las principales metalúrgicas del país.
Su primer contacto con el movimiento sindical fue a través de su hermano José Ferreira da Silva, ligado al Partido Comunista Brasileño.
En 1969 integró la directiva del Sindicato Metalúrgico de San Bernardo y Diadema y en 1975 fue elegido presidente.
Durante 1978 tuvo que hacer frente a las primeras huelgas obreras en diez años, causadas por la crisis económica.
Convocó a una huelga general el 13 de marzo de 1979 y juntó en un estadio de fútbol a ochenta mil metalúrgicos. Para evitar ataques contra los trabajadores tuvo que intervenir la Iglesia.
El 10 de febrero de 1980 fundó el Partido de los Trabajadores junto a otros sindicalistas, intelectuales, políticos, representantes de movimientos sociales siendo elegido su primer presidente.
Durante 1982, después de estar en prisión por la Ley de Seguridad del Estado, logró implantar al PT en todo Brasil con más de cuatrocientos mil militantes.
El PT lo presentó como candidato en 1989 a la primera magistratura del país, después de 29 años sin elecciones. Obtuvo más de 31 millones en la segunda vuelta, pero no fue suficiente para vencer a Fernando Collor de Mello que triunfó por un margen de 6%.
Retomó la presidencia del PT y empezó en 1993 las Caravanas de la Ciudadanía.
En 1994 volvió a presentarse a las elecciones presidenciales y, a pesar de su primer lugar en las encuestas, fue derrotado por Fernando Henrique Cardoso. Volvió a intentarlo en 1998, siendo vencido una vez más por Cardoso. Asumió entonces como coordinador del Instituto Ciudadanía, un centro de estudios y formulación de propuestas para políticas públicas.
Finalmente, el 27 de octubre de 2002, Lula fue elegido presidente de Brasil, derrotando al delfín de Cardoso, José Serra del PSDB.
Consiguió la victoria entre el delirio de sus seguidores que salieron a celebrarlo en São Paulo y otras ciudades. Lula proclamó la llegada de una «nueva era» a Brasil y convocó «a todos los hombres y mujeres brasileños, a empresarios, sindicalistas e intelectuales, para construir una sociedad más justa, fraterna y solidaria». El 1 de enero de 2003 recibió la banda presidencial.
Como Jefe de Estado de Brasil, impulsó reformas que trasformaron social y económicamente a Brasil convirtiéndose en la octava economía mundial, más de 20 millones de personas salieron de la línea de pobreza extrema y Río de Janeiro fue elegida como sede para los Juegos Olímpicos de 2016.
El 17 de junio de 2003, fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional en reconocimiento a «una trayectoria política y personal en defensa de los trabajadores y de la lucha contra la pobreza, la desigualdad y la corrupción que tanto han hecho sufrir a los desheredados de su país y del mundo entero».
Candidato a la presidencia en las elecciones presidenciales del 1 de octubre de 2006 obtuvo un 48.61 % de los votos contra un 41.64 % del socialdemócrata Geraldo Alckmin, por lo que se debió realizar una Segunda vuelta electoral. En ellas, triunfó con un amplio margen, obteniendo el 60,82 % de los votos populares, convirtiéndose en el presidente de Brasil hasta el año 2011 en que fue sucedido en la presidencia por Dilma Rousseff.
El diario francés Le Monde y el español El País, lo distinguieron como la «personalidad del año 2009». La revista Time lo eligió el líder más influyente del mundo en 2010.
El 29 de octubre de 2011 se le diagnosticó un cáncer de laringe.
En abril de 2015, el Ministerio Público de Brasil abrió una investigación por tráfico de influencias contra el expresidente Lula. Se le acusó de que entre 2011 y 2014 presionó para que la empresa Odebrechtobtuviera contratos públicos en el extranjero. En junio 2015 el presidente de Odebrecht fue detenido bajo acusado del pago de 230 millones de dólares en sobornos para políticos.
El expresidente fue condenado a nueve años y seis meses de cárcel por corrupción y blanqueo de dinero, según la sentencia dictada el miércoles 12 de julio de 2017 por el juez de la Operación Lava Jato, Sérgio Moro. La condena se refiere al caso del apartamento de lujo de Guarujá (estado de São Paulo), un inmueble que según los investigadores recibió como forma de propina de manos de la constructora OAS, una de las implicadas en el escándalo de corrupción de Petrobras. En su sentencia el juez criticó que durante el proceso judicial el expresidente adoptó «tácticas cuestionables» y llegó a «intimidar» a agentes de la ley.
En enero de 2018, los tres jueces de un tribunal de apelación confirmaron por unanimidad la condena por corrupción y lavado de dinero al expresidente brasileño y aumentaron la sentencia inicial a 12 años de cárcel.
Intentó postularse en las elecciones presidenciales de 2018, pero fue descalificado por el Tribunal Superior Electoral.
El 3 de julio de 2019, se le declaró inocente en la acusación de compra de silencio del exdirector de Petrobrás, una de las diez causas en su contra.
El 7 de noviembre de 2019, la Corte Suprema de Brasil decidió que el encarcelamiento de Lula da Silva fue inconstitucional. La Corte ordenó liberar a Lula da Silva.
El 27 de noviembre, el Tribunal Regional Federal de la Cuarta Región (TRF4) de Porto Alegre aumentó la pena de Lula a 17 años.
El 8 de marzo de 2021 uno de los jueces de la Corte Suprema anuló todas las sentencias dictadas contra Lula. Con esta decisión, el político ya no era inelegible.
La candidatura Lula/Alckmin se oficializó el 7 de mayo en una coalición que reunió a PT, PSB, PC do B, Solidariedade, PV y la federación de partidos formada por Rede y PSOL. Con la incorporación de Avante e Agir, su candidatura cuenta con el apoyo de nueve partidos.
El domingo 30 de octubre de 2022, Lula ganó por la mínima a Jair Bolsonaroy regresa al poder 12 años después. El líder del Partido de los Trabajadores se impuso con el 50,9% de respaldo frente al 49,1% del derechista, con el resultado más ajustado de la democracia brasileña moderna.
Iniciará su tercer mandato el 1 de enero de 2023 con un país más polarizado, con índices récord de inflación y una creciente brecha de desigualdad. Sin duda alguna será un gran presidente que Brasil necesita y un gran líder del progresismo latinoamericano.