Lo sucedido en España confirma que los errores políticos se penalizan con dureza, que el electorado no traga entero y, sobre todo, que la soberbia de quien detenta el poder es una pésima consejera. Los socialistas de Sánchez y sus socios situados a la izquierda de la izquierda no pudieron hacerlo peor. En los últimos años sus sucesivas equivocaciones han estado a la orden del día haciendo mella en la confianza ciudadana hasta socavarla casi por completo.
La derrota sin paliativos del socialismo, partido de Gobierno en España, en las elecciones locales y autonómicas del pasado domingo ha desencadenado un tsunami en el mapa político de ese país. Sus primeros efectos no se han hecho esperar. El más significativo, el sorpresivo y audaz adelanto de los comicios generales para el próximo 23 de julio –convocados inicialmente para el 10 de diciembre– según anunció el presidente Pedro Sánchez, uno de los grandes determinadores de la debacle en clave electoral encajada por la izquierda.
Consciente de su directa responsabilidad en la pérdida de poder político del PSOE en alcaldías y comunidades autónomas, de acuerdo con los resultados cantados por las urnas, este decide “someter el mandato democrático a la voluntad popular”, asumiendo que tendrá que “hacer las cosas mejor” si desea dar un vuelco al inobjetable triunfo del Partido Popular (PP) que ni él ni lo suyos vieron venir.
Lo sucedido en España confirma que los errores políticos se penalizan con dureza, que el electorado no traga entero y, sobre todo, que la soberbia de quien detenta el poder es una pésima consejera.
Los socialistas de Sánchez y sus socios situados a la izquierda de la izquierda no pudieron hacerlo peor. En los últimos años sus sucesivas equivocaciones han estado a la orden del día haciendo mella en la confianza ciudadana hasta socavarla casi por completo. Por un lado, sus feroces luchas intestinas han sido antológicas. De manera pública, sin ningún pudor, se han dedicado a lavar, secar y extender sus trapos sucios, sus miserias más evidentes, buscando hacerse el mayor daño posible, pese a estar supuestamente del mismo lado. Demasiadas pugnas profundas que no solventaron de forma respetuosa ni dentro de los canales institucionales, como era de esperarse, revelaron que la cohesión de su alianza era pura fachada o conveniencia. Por el otro, el ensordecedor ruido provocado por leyes controversiales, como la ideologizada norma del ‘sí es sí’, que otorgaba rebaja de penas a condenados por delitos sexuales, ahondó aún más la división en el interior de la coalición progresista, desgastándola.
En definitiva, PSOE y sus socios acudieron desunidos a las elecciones. Aunque hacían parte de las mismas candidaturas apenas estaban adheridos por siglas de papel que no engañaron a las mayorías que los han visto fagocitarse una y otra vez. El tercer y decisivo factor que precipitó el desastre socialista fue que el presidente Sánchez aceptó que los comicios fueran un plebiscito sobre él mismo y su gestión, aceptando el reto lanzado por el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, uno de los ganadores del 28M. Su campaña de “derogar al sanchismo” consiguió el efecto deseado y el mandatario reprobó el examen, con sus consecuencias, ahora asumidas en primera persona.
Remar contra corriente le costará y mucho a Sánchez. También a sus aliados que en algunos casos quedaron totalmente desdibujados del mapa político de España. El castigo fue contundente. Por tanto, el escenario que se anticipa es malo para ellos, además de impredecible, aunque se le abona al presidente el arrojo de sacudirse la resaca electoral e intentar un cambio de estrategia in extremis, jugándose el todo por el todo.
En tanto, la derecha y sus socios de la extrema derecha, como Vox, demostraron su fortaleza, tras radicalizar su discurso con los argumentos de siempre, apelando a su electorado más tradicional que nunca les falla. Su primer reto será cómo asegurarse la gobernabilidad, sumados sus votos, en territorios en los que vencieron sin obtener mayoría absoluta. Si bien es cierto que la debacle de la izquierda inaugurará un nuevo ciclo político del PP en el poder territorial, sin prepotencia, Sánchez lamiéndose las heridas recupera la iniciativa y apuesta por recomponer su proyecto político en los próximos 54 días de campaña, para remontar el fiasco y seguir gobernando. ¿Lo logrará? Difícil por el intenso momento de victoria del PP y sus buenos resultados, aunque tampoco irrealizable si los derrotados aceleran contactos y reconducen el paso.
La política, como es bien sabido, es el arte de lo posible.
Después de recibir críticas por su ausencia la noche de la derrota, Sánchez quiso dar la cara y actuar de manera rápida ante la crisis que provocaba en su gobierno de coalición. “Asumo la responsabilidad en primera persona. El sentido del voto traslada un mensaje que va más allá [de estas elecciones]”, dijo en una comparecencia institucional desde la Moncloa.
Sánchez ha justificado su decisión en la necesidad de clarificar el panorama político español ante la asunción de España el próximo mes de julio de la presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea. El presidente también mencionó el escenario especial que representa la guerra de Ucrania, y que obliga a que despejar dudas dudas de forma inmediata sobre “la voluntad de los españoles, las políticas que quiere aplicar el gobierno y qué fuerzas deben liderar esta nueva fase.
“El único método infalible para solucionar estas dudas es la democracia, y lo mejor es que los españoles tomen la palabra para definir el rumbo político del país”, concluyó el líder socialista. Se espera que mañana, en un Consejo de Ministros extraordinario, se formalice la disolución de las Cámaras y la convocatoria electoral en un fecha extraña, cuando buena parte de los españoles está ya de vacaciones, o preparando las valijas para hacerlo.
Una de las claves de la decisión puede residir en el intento de evitar las turbulencias en el seno de los partidos que suelen desencadenar las derrotas electorales. El PSOE perdió buena parte de su poder autonómico y local, como los gobiernos de Aragón, Islas Baleares y la Comunidad Valencias, además de la ciudad de Sevilla. Como la campaña giró en torno a cuestiones de política nacional, era de esperar que los “barones” autonómicos desalojados del poder sacaran los puñales en los cónclaves internos del PSOE. De hecho, anoche se llegó a especular con la posibilidad de que Sánchez no fuera el candidato en diciembre.
Las razones
Con su decisión, Sánchez ha cortado de raíz todas estas elucubraciones. También un escenario de pesadilla de seis meses de debilidad, con los medios de la derecha envalentonados, y las discrepancias aflorando en el seno del PSOE, y también del propio gobierno de coalición. De hecho, las peleas entre los socios del Ejecutivo, el Partido Socialista y el izquierdista Unidos Podemos en asuntos como la llamada ley del “solo sí es sí” contra la violencia sexual, parecen haber sido una de las causas de la desmovilización el electorado de izquierda.
Uno de los principales asuntos que se deberá dilucidar en los próximos días es qué sucede con el espacio a la izquierda del PSOE. Unidas Podemos se enfrentaba a una escisión con la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, desafiando el control que ha mantenido Pablo Iglesias en este espacio. Ambos proyectos se presentaron por separado en las elecciones, y el resultado ha sido desolador, mucho peor que el del PSOE.
En muchas instituciones, los candidatos apoyados por Díaz y también los de Iglesias no han podido ni tan siquiera entrar en las instituciones. Ahora tendrán solo diez días para resolver sus diferencias y elaborar listas conjuntas antes de que se cierre el plazo establecido por la ley.
“Frente a la España negra de Feijóo, salimos a ganar. La gente nos está esperando”, ha declarado Díaz en un mensaje en su cuenta de Twitter. Por su parte, la secretaria general de Unidas Podemos, Ione Belarra se ha mostrado dispuesta a negociar de forma inmediata la creación de una coalición junto a la plataforma Sumar, de Yolanda Díaz. Si no logran restañar heridas, el PSOE aspirará a concentrar todo el voto de la izquierda, quizás uno de los objetivos de la apresurada convocatoria.
Así pues, España se adentra en unas semanas de alto voltaje político que estarán marcadas por el enfrentamiento entre los bloques de derecha e izquierda, Este es el último giro de guión de una política española que parece querer emular las emociones fuertes de las series de política de las plataformas televisivas de entretenimiento como Netflix. En juego el destino del país al que se le presentarán dos modelos opuestos en un momento de grandes incertezas económicas y políticas también en el tablero europeo y mundial.
Las claves para entender la derrota de la izquierda en las elecciones regionales y municipales de España
Luego del amplio triunfo de la derecha en los comicios municipales y regionales en España, el Partido Popular se consolidó como el gran ganador. El columnista de Radio Pauta, John Müller, explica en fácil cómo entender la crisis desatada en el Gobierno de Pedro Sánchez y el giro a la derecha del electorado español.
Un duro golpe sufrió el jefe de Gobierno español, Pedro Sánchez, tras los resultados de las elecciones regionales y municipales de ese país. La nación ibérica confirmó lo que varias encuestas vaticinaban: un claro giro a la derecha por parte del electorado, que le entregó un masivo apoyo al Partido Popular y a Vox, en desmedro de los oficialistas PSOE y Unidas Podemos.
Los resultados empujaron al socialista Pedro Sánchez a adelantar las elecciones generales en España para el 23 de julio. Un anuncio hecho este lunes, que sorprendió a todo el mundo político en España y que llega en un momento en que el PSOE y sus socios izquierdistas de Unidas Podemos, han sufrido una serie de desencuentros. «He tomado esta decisión a la vista de los resultados de las elecciones celebradas ayer», dijo Sánchez.
Las claves para entender la derrota de la izquierda en las elecciones regionales y municipales de España
En Micrófono Abierto de Radio Pauta, el analista internacional John Müller analizó el escenario político español y la decisión tomada por el jefe de Gobierno español. «Era una de las opciones que él tenía luego de la masiva derrota que sufrió su partido en las elecciones. No hay que olvidar de que en julio, España debe tomar la presidencia de la Unión Europea, por lo que la decisión de Sánchez demuestra que para él, es más importante afianzar su poder dentro de España, que en Europa», explicó Müller.
«Lo importante no está en la cantidad total de votos, hay que ver la cantidad de ayuntamientos en los que la ventaja que sacó la derecha fue abrumadora. De las 20 principales ciudades de España, solo dos quedaron en manos de los socialistas», comentó el analista. Y agregó que «en España, las regiones o comunidades autónomas no son como en Chile. Las ciudades españolas tienen muchísimo poder, presupuesto y parlamento propio».
«Lo más devastador es la noticia para la izquierda, en el que Unidas Podemos prácticamente ha desaparecido. El partido ni siquiera ha pasado el umbral del 5% para tener representación parlamentaria, lo que podría significar la muerte de este proyecto político que apareció con mucha fuerza en 2014», aseveró el columnista radicado en España.
Consultado sobre el futuro de los socialistas en España tras este giro electoral hacia la derecha, John Müller señaló que «el PSOE y Pedro Sánchez tienen oportunidad de recuperarse en las elecciones generales de julio si logra activar a la izquierda, pero ya sin Unidas Podemos. Si consigue que ese electorado le voté a él, sin duda aún tiene una opción de mantener el poder».