JUAN MONTALVO ES EL ESCRITOR REBELDE DE LA PATRIA

JUAN MONTALVO ES EL ESCRITOR REBELDE DE LA PATRIA

En el año 1848 pasó al Seminario de San Luis, donde el 28 de mayo de 1851 rindió su grado de Maestro en Filosofía, equivalente al actual bachillerato.

Ingresó luego a la Universidad Central para estudiar derecho e hizo amistad con Julio Zaldumbide y Modesto Espinoza, quienes como él también brillarían posteriormente en diferentes campos. Poco tiempo después abandonó la universidad y volvió a la ciudad de Ambato, donde se dedicó a profundizar en sus estudios de literatura y filosofía.

Por esa época ya había fundado en Quito el periódico semanal «La Razón» (1848), y los eventuales «El Veterano» (1849), «La Moral Evangélica» (1854) y «El Espectador» (1855).

El 17 de febrero de 1857, el Presidente de la República, Gral. Francisco de Robles, lo designó Adjunto Civil de la Legación del Ecuador en Roma, Italia, a donde partió de inmediato junto con el Dr. Francisco Javier Salazar, secretario de dicha legación.

En su viaje a Europa, antes de llegar a Roma estuvo en París, Francia, donde se desempeñó como Secretario del Ministro Plenipotenciario del Ecuador en dicha ciudad, situación que le sirvió para conocer a famosos y destacados literatos y filósofos de la época, con lo que logró acrecentar y robustecer sus conocimientos literarios.

Luego de visitar Suiza, Italia y Francia, volvió al Ecuador en el año 1860 en momentos en que el Dr. Gabriel García Moreno ejercía la Jefatura Suprema de la República, luego del derrocamiento del Gral. Robles; y en septiembre de ese mismo año dirigió al gobernante una carta «altiva y comedida a la vez», en la que le dio algunas opiniones en cuanto a su gobierno, exponiendo sus puntos de vista y dándole algunos consejos que consideraba necesarios para salvar el honor de la República, que por ese entonces atravesaba momentos muy difíciles. De alguna manera, esta carta fue el inicio de una lucha que habría de sostener con García Moreno durante toda su vida.

En 1866 -luego de que García Moreno terminó su primer período presidencial- publicó «El Cosmopolita», revista de carácter político literario que causó gran polémica, pero de la que sólo circularon cuatro números. Dos años más tarde publicó en Quito dos folletos en contra de Juan León Mera: «El Masonismo Negro» y «Bailar Sobre las Ruinas»; además, cuatro nuevos números de «El Cosmopolita», cuya última edición apareció el 15 de enero de 1869, víspera del cuartelazo con el que García Moreno puso fin al gobierno constitucional del Dr. Javier Espinoza.

Ese mismo año, por su constante oposición y lucha en contra del sistema de gobierno impuesto por García Moreno sufrió su primer destierro político, primero a Ipiales, Colombia, desde donde pasó a Panamá. Fue entonces cuando tuvo la ocasión de estrechar por primera vez la mano de don Eloy Alfaro.

Al poco tiempo realizó un corto viaje por Europa, luego del cual volvió a Ipiales donde permaneció cinco años, desde 1870 hasta 1875. Durante esa época, al tiempo que continuaba combatiendo ferozmente a García Moreno redactó muchos de los «Capítulos que se le Olvidaron a Cervantes», y escribió sus dramas «Jara», «La Leprosa» y «Granja». En 1872 publicó varios folletos como «Fortuna y Felicidad», «Del Orgullo y de la Mendicidad» y «El Antropófago»; en 1873 publicó «Judas» y en 1874 «La Dictadura Perpetua».

Al enterarse del Asesinato de García Moreno, perpetrado el 6 de agosto de 1875, consideró que sus escritos habían influenciado en la conciencia de quienes cometieron el magnicidio y exclamó: «Mi Pluma lo Mató». Ese mismo año publicó el opúsculo «El Ultimo de los Tiranos».

En mayo del año siguiente volvió a Quito, y poco tiempo después publicó el folleto «Del Ministro de Estado», por medio del cual atacó y ocasionó la renuncia de don Manuel Gómez de la Torre, Ministro de Gobierno del Presidente Dr. Antonio Borrero y Cortázar. Ese mismo año publicó los primeros cuatro números de «El Regenerador».

Se trasladó entonces a Guayaquil donde noche tras noche se reunió con el grupo de liberales que tramaban la caída del presidente Borrero; ellos eran, entre otros, Eloy y Marcos Alfaro, Emilio Estrada y Emilio Gallegos Naranjo.

Luego de los combates de Galte y Los Molinos, y con el Gral. Ignacio de Veintemilla en el poder, sugirió la elección de un triunvirato para que gobierne al país y publicó «El Ejemplo es Oro», por medio del cual señalaba y criticaba los errores del gobierno; esto no gustó al dictador, quien a mediados de noviembre de ese mismo año ordenó que sea desterrado a Panamá.

Nuevamente lejos de la Patria, en enero de 1877 publicó el quinto número de «El Regenerador» (Las Leyes de García Moreno y La Reforma), y en marzo volvió a Guayaquil para continuar publicando sus folletos y artículos literarios. El 22 de julio de ese mismo año, con motivo del asesinato del Obispo de Quito, Ilmo. José Ignacio Checa y Barba, publicó la hoja volante titulada «Los Envenenadores del Arzobispo». Posteriormente, desde septiembre de 1877 hasta febrero de 1878 aparecieron seis nuevos números del «El Regenerador», y más tarde publicó los folletos «El Desperezo de El Regenerador», «Caracteres de los Libelistas», «Los Desterrados de Veintemilla», «La Nueva Invasión» y «La Peor de las Revoluciones».

En enero de 1879 editó en Ambato «Los Grillos Perpetuos», y en septiembre de ese mismo año nuevamente fue desterrado a Panamá por orden del Gral. Veintemilla. Al año siguiente, bajo los auspicios de don Eloy Alfaro publicó en Panamá una de sus obras más notables: «Las Catilinarias», por medio de la cual atacó directamente a Veintemilla y a otros gobiernos dictatoriales. Finalmente, evitando continuar bajo el azote de Veintemilla, en octubre de 1881 viajó a radicarse en París, Francia, donde encontró ambiente propicio para desarrollar su brillante inteligencia; por esa época ya había terminado de escribir sus dos geniales obras «Los Siete Tratados» y «Capítulos que se le Olvidaron a Cervantes».

Radicado en París vivió rodeado del respeto y la admiración de los más selectos círculos intelectuales y, especialmente, gozando del aprecio y el respaldo de su amigo y benefactor don Agustín Leonidas Yerovi.

En la primavera de 1888, a causa de un brusco cambio de temperatura sufrió de una grave afección pulmonar que lo mantuvo postrado durante más de un mes. El Dr. León Labbe, médico francés que lo atendía, descubrió que tenía un peligroso derrame pleural, y por medio de dolorosas punciones -que Montalvo soportó estoicamente- le extrajo de la pleura casi un litro de líquido ceroso. Dicho tratamiento produjo una leve mejoría, pero a los pocos días sufrió una nueva recaída que obligó a que fuera internado en una casa de salud. ¡Era necesario operarlo…!

Ya en la sala de operaciones, en momentos en que los médicos se preparaban para anestesiarlo reaccionó valerosamente y dirigiéndose a ellos les dijo: «¡No… En ninguna ocasión de mi vida he perdido la conciencia de mis actos. No teman ustedes que me mueva. Operen como si la cuchilla no produjera dolor….».

«El señor Yerovi su amigo, que presenció la operación, expone que esta «consistió en levantar dos costillas de la región dorsal, después de cortar en una extensión de un decímetro, las partes blandas de la región; dar la mayor dilatación a la herida, mediante pinzas que recogen carnes sangrientas, y luego colocar algo como una bomba que tiene el doble objeto de aspirar los productos del foco purulento e inyectar líquidos antisépticos» …Todo esto duró, agrega Yerovi, cosa de una hora; mientras tanto el enfermo no había exhalado una queja…» (R. Blanco F.- América Libre, Vol. 3 p. 193).

Desgraciadamente la operación resultó inútil, pues la enfermedad había tomado casi totalmente su organismo, por lo que ese mismo día, presintiendo que se acercaba su hora final, pidió ser llevado a su casa.

Al día siguiente le llevaron un sacerdote, y cuando éste le invitó a confesarse, repuso: «No padre, yo no creo en la confesión…» «Piense usted bien -respondió el religioso-, comprenda que va a presentarse delante del Creador…» «Padre -contestó Montalvo- estoy en paz con mi razón y con mi conciencia: puedo tranquilo comparecer ante Dios…», y poco tiempo después añadió: «En mi enfermedad, ni Dios ni los hombres me han fallado…» Ante esta situación, el sacerdote se retiró dejándolo solo.

En la gris penumbra de su habitación, Montalvo se vistió elegantemente -de gala- y se sentó en el más cómodo sillón de su aposento, a esperar la llegada de la muerte. Así lo encontró su amigo el Sr. Yerovi, y viendo que la sorpresa se reflejaba en su rostro, el «Cosmopolita» le dijo: «Cuando vamos a cumplir un acto cualquiera de solemnidad nos engalanamos, lo mismo que cuando esperamos a algún personaje de cuenta. Ningún acto puede ser más importante que abandonar la vida. A la muerte debemos recibirla decentemente…» Luego, tomando las últimas monedas que le quedaban, mandó a que le compren flores. Le llevaron cuatro claveles, pues con sólo cinco francos no alcanzaba para rosas o lirios…

«Poco tiempo después de llegar sus tristes claveles exhalaba el último aliento. Era el 17 de enero de 1889. Murió en el cuarto piso de la casa número 26, rue Cardinet. Así, miserable y altivo, se extinguió aquel claro cerebro; así se rompió una de las más proceras plumas de América» (R. Blanco F.- Idem).

Así abandonó el mundo este hombre que es gloria de las letras ecuatorianas y -por qué no decirlo- de la lengua española, rindiendo su tributo a la suerte de todos los mortales. La plétora de una energía vital inagotable le había acompañado hasta el fin de sus días, para extinguirse de pronto.

Juan Montalvo es considerado uno de los mejores ensayistas y novelistas del Ecuador. Nació en la ciudad de Ambato, y marcó un precedente en la literatura ecuatoriana.

Juan Montalvo fue un ensayista y novelista ecuatoriano. Considerado uno de los mejores ensayistas de Ecuador.

Su pensamiento liberal estaba fuertemente marcado por el anticlericalismo y la oposición a los presidentes Gabriel García Moreno e Ignacio de Veintimilla.

Con su obra “El Cosmopolita”, Juan Montalvo obtuvo prestigio internacional a mediados del siglo XIX.

Juan Montalvo fue aclamado por los liberales de toda América hispana en el siglo XX.

La fama de Juan Montalvo se cimentó en las cualidades estilísticas de su escritura -muy popular hasta el comienzo del siglo XX-, y en su contenido político.

Juan Montalvo fue un escritor ecuatoriano; tal vez el más sobresaliente polemista de la literatura hispana, que tuvo una gran popularidad en América Latina por su denuncia de la dictadura. Nació el 13 de abril de 1832 en Ambato, provincia de Tungurahua. Hijo de Marcos Montalvo Oviedo y de María Josefa Fiallos y Villacreses, tuvo siete hermanos. A los catorce años se mudó a Quito.

Entre 1846 y 1848 estudió gramática latina en el colegio San Fernando, luego filosofía en el seminario San Luis, donde recibió el grado de maestro. Posteriormente ingresó a la Universidad Central del Ecuador para estudiar Derecho, sin embargo, se retiró sin obtener un título.

Las conexiones de sus hermanos con el general José María Urbina, un liberal que dominó la política ecuatoriana en la década de 1850, tuvo lugar en un puesto diplomático de menor importancia en Roma. Volvió a Ecuador en 1860.

Para entonces, los liberales habían sido expulsados por los conservadores, encabezados por Gabriel García Moreno, y Montalvo fue excluido de empleo público.

En enero de 1866 Juan Montalvo publicó en Quito el primer número de una serie de panfletos en contra de García Moreno, por entonces fuera del poder, bajo el título de El Cosmopolita. Tres años después, con el retorno del dictador a la presidencia, debió huir a Colombia, estableciéndose en Ipiales.

Juan Montalvo pasó sus años en el exilio, y recibió el apoyo económico de otro liberal exiliado, Eloy Alfaro, viviendo entonces en Panamá. Durante este período sus escritos consistieron en su mayoría, en ataques virulentos y difamatorias sobre García Moreno. Cuando este último decidió quedarse como presidente por un tercer mandato, Montalvo escribió La dictadura perpetua, que se publicó en Panamá (1874). A pesar de que no produjo la revolución esperada en Ecuador, en 1875 un ex mercenario de Colombia atacó a García Moreno con un machete hasta producirle muerte. A pesar de que el asesino había actuado por motivos personales, al enterarse de la muerte del presidente, Montalvo exclamó con júbilo: «Mi pluma lo mató!»

En septiembre de 1876 vivió en Guayaquil, apoyando una revuelta militar liberal encabezada por el general Urbina y el general Ignacio Veintimilla. Este último, un compañero de exilio de 1869 pronto envió a Montalvo a Panamá debido a su oposición a las ambiciones dictatoriales del general. Al poco tiempo, Juan Montalvo volvió a Ipiales, donde escribió sus Catilinarias. Este ataque a Veintimilla es el trabajo más polémico y excepcional de Montalvo.

En 1881 regresó a París. Permaneció allí durante el resto de su vid.  Este último período estuvo marcado por la publicación de sus mejores obras: Siete Tratados y Capítulos que se le olvidaron a Cervantes. Murió de tuberculosis el 17 de enero de 1889 en París. Su cuerpo fue embalsamado y se expone en un mausoleo en Ambato, su ciudad natal.

Sus obras se centraron en el periodismo político de corte liberal, el cual estaba dirigido contra los dirigentes conservadores de su país. En 1882 sacó su libro Siete tratados, que trata temas filosóficos, episodios de la historia hispanoamericana.

Obras de Juan Montalvo

En Juan Montalvo obras se centraron en el periodismo político de corte liberal, el cual estaba dirigido contra los dirigentes conservadores de su país. Entre las obras importantes de Juan Montalvo podemos encontrar:

Las Catilinarias

Publicado en 1880, forman un conjunto de doce ensayos publicados por el escritor ecuatoriano Juan Montalvo en Ecuador entre 1880 y 1882. Estos escritos tenían como finalidad realizar una crítica hacia el dictador Ignacio de Veintimilla, general que ocupaba el poder en Ecuador desde 1876.

Siete Tratados

De marcado carácter filosófico, fue su obra más famosa, gracias a la cual recibió elogios tanto en América como en Europa, publicado en 1882.

Geometría Moral

En la Geometría Moral compara con el sistema de coordenadas donde el amor nace, crece, y además por el amor la decencia y el pudor desaparece.

Capítulos que se le olvidaron a Cervantes

Es una secuela de Don Quijote de la Mancha, publicada por primera vez en 1895, pocos años después de la muerte de su autor.

El Cosmopolita

El Cosmopolita es el nombre de una revista de enfoque político, periodístico y ensayístico redactada por el escritor ecuatoriano Juan Montalvo. Sus entregas, llamadas libros por su autor, fueron en total nueve, publicadas de enero de 1866 a enero de 1869.

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FRASES DE JUAN MONTALVO

“Mi pluma lo mató”, la dijo por alusión al folleto de “La dictadura perpetua”, que había enfervorizado a varios jóvenes a rebelarse a su gobierno, lo que ocasionó, que un día atenten contra la vida de García Moreno.

«No hay nada más duro que la suavidad de la indiferencia».

«Hagamos revoluciones, pero hagámoslas dignas de la libertad y la moral»

«Desgraciado del pueblo donde los jóvenes son humildes con el tirano, donde los estudiantes no hacen temblar al mundo».

«Los viejos vulgares no son para acciones eminentes; los hombres comunes pronto empiezan a volverse sesudos y no servir para maldita la cosa; los jóvenes son la fuerza, los niños el sueño feliz de la República».

«Ahora mirad por ese lado: allí vienen dos hombres; el uno es el presidente de la República, el otro, su ministro. Ni lanzas, ni bayonetas, ni espadas desenvainadas en torno suyo: las virtudes son su fuerza, el amor de sus conciudadanos su seguridad».

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