FAO: ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA AGRICULTURA Y LA ALIMENTACIÓN FRENTE A LA CRISIS ALIMENTARIA

FAO: ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA AGRICULTURA Y LA ALIMENTACIÓN FRENTE A LA CRISIS ALIMENTARIA

La pandemia de Covid-19 permitió a los millonarios aumentar sus fortunas y empobrecer más a miles de millones de pobres que, en muchísimos casos, perdieron a sus seres queridos o se quedaron sin trabajo, sin educación, salud pública, vivienda y alimentación. La Organización de las Naciones Unidas, ONU, con el propósito expreso de “elevar los niveles de nutrición y de vida de los pueblos, mejorar el rendimiento de la producción y la eficacia de la distribución de todos los alimentos y productos agrícolas, mejorar las condiciones de la población rural y contribuir así a la expansión de la economía mundial y a liberar del hambre a la humanidad” creó la Agencia multilateral 1945 -FAO- ¿La FAO ha cumplido con sus propósitos?

El pasado 28 de marzo, se reunió en Quito- Ecuador, la Conferencia Regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) con la presencia de representantes de todos los países de América Latina y el Caribe. La reunión fue una instancia clave para que América Latina y el Caribe a fin de que inicien, de manera urgente, la planificación adecuada, para que cumplan con los propósitos de la Organización que se propuso transformar sus sistemas alimentarios para volverlos más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles.

“Esta transformación es requerida para enfrentar el escenario más complejo de las últimas décadas: a los efectos del cambio climático sobre la agricultura, se suma el acelerado aumento en los precios de los alimentos y fertilizantes, agravado por la guerra en Ucrania. Una cuarta parte de la población regional vive en condiciones de inseguridad alimentaria, mientras que la pandemia de COVID-19 hizo que 22 millones de personas se sumaran a la pobreza en solo un año, obligándolos a adquirir alimentos de peor calidad debido a la baja en sus ingresos.

“Estamos enfrentando una tormenta perfecta, por lo que la FAO ha planteado que es necesario transformar el sistema agroalimentario. Eso es fundamental para salir de la crisis.”, explicó el Representante Regional de la FAO, Julio Berdegué.

Que América Latina y el Caribe salgan airosas de esta difícil situación tiene importancia más allá de sus fronteras: su agricultura produce suficientes alimentos –en términos de calorías– para alimentar a 1,300 millones de personas. Además, la región es la mayor exportadora neta de alimentos del mundo.

Según Berdegué, la Conferencia de la FAO ocurrió en el momento justo para que los países compartan innovaciones, logren acuerdos y den pasos decididos para fortalecer sus sistemas agroalimentarios.

“Lo que ocurre en esta región, afecta a todo el mundo. Los pasos que demos durante la Conferencia parar mejorar la producción, nutrición, el medioambiente y la vida de nuestros habitantes va a afectar el futuro del mundo, y abrir el camino que luego otros seguirán”, explicó Berdegué.

Uno de los temas centrales que debatieron los países Miembros de la FAO durante la Conferencia Regional es el Marco Estratégico 2023-2031, que orientará el actuar de la FAO y que debe ser adaptado a las condiciones y prioridades de América Latina y el Caribe.

La Conferencia de la FAO en Quito buscaba impulsar una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medioambiente y una vida mejor, sin dejar a nadie atrás. Durante la Conferencia, hubo sesiones especiales dedicadas a cada uno de estos cuatro aspectos, para que los países compartan sus innovaciones, visiones y experiencias.

El Marco Estratégico 2023-2031 también se puso un fuerte énfasis en la digitalización, la tecnología y la innovación, como herramientas para avanzar hacia las cuatro mejoras proyectadas.

En la Conferencia de Quito se reiteró que se debe garantizar alimentos sanos y nutritivos y mejores dietas para todos y todas como uno de los temas prioritarios de la Conferencia, ya que los datos de la FAO indican que 267 millones de personas en la región viven en inseguridad alimentaria.

Los países también analizaron formas de crear sociedades rurales prósperas e inclusivas, “Cerca de la mitad de todos los habitantes rurales en la región viven en pobreza, zonas que han sido dejadas atrás a pesar de que es justamente allí donde se encuentran los recursos naturales y la biodiversidad que permite la enorme producción alimentaria de la región”, explicó Berdegué, palabras que pusieron el dedo en la llaga de la realidad latinoamericana y caribeña.

Otra temática clave es la necesidad de impulsar una agricultura y una ganadería resiliente y sostenible, adaptada al cambio climático, y con menores emisiones de gases de efecto invernadero y mínimo impacto ambiental.

La Conferencia Regional es el máximo órgano de gobierno regional de la FAO. Allí los países Miembros se reúnen cada dos años y establecen las prioridades regionales de la Organización para el siguiente bienio.

La 37 Conferencia Regional que tuvo lugar en Quito, Ecuador, contó como invitado al Presidente Guillermo Lasso y, también, asistió el ministro de Agricultura de Ecuador, Pedro Álava y ministros de Estado de los 33 países de la región, el Director General de la FAO, Dongyu, el Representante Regional de la FAO, Julio Berdegué, expertos internacionales, miembros del sector privado, de la sociedad civil, del sistema de Naciones Unidas y del mundo académico.

¿Será posible que la FAO, en la actual situación de crisis tenga la suficiente capacidad para transformar los sistemas agroalimentarios en los que se aglutina la injusticia social? Es en el campo en donde se agudiza la injusticia social, las desigualdades sociales, económicas, políticas y culturales. Es un contrasentido que en el campo donde se producen los alimentos que consumen las ciudades, sea el lugar en donde los niños no vayan a las escuelas, y que sea en el campo en donde impere la desnutrición infantil, el subdesarrollo, el analfabetismo, la pobreza-miseria. ¿Qué hacen la FAO y las Naciones Unidas para superar estas lacras impropias del Siglo XXI?

¿Si la FAO desea que el campo produzca alimentos suficientes, que las ganaderías sean capaces de abastecer con proteínas a las poblaciones urbanas, por qué no lucha para implantar la justicia social o por lo menos para que a los productores de los campos se paguen precios justos a sus productos?

En la reunión de la FAO en Quito, los discursos fueron razonables, sustentables, aplaudidos y bien se hubiese deseado que de la teoría expuesta se planteen cuestiones prácticas que resuelvan los muchos y graves problemas que agobian a los productores campesinos de América Latina y el Caribe, porque según la teoría,  las actividades de la FAO “se agrupan en torno a cuatro funciones principales: prestar ayuda directa para el desarrollo; recoger, analizar y difundir información sobre alimentación, nutrición, agricultura, pesca y silvicultura; asesorar a los gobiernos sobre políticas y planificación agrícolas, y actuar como foro internacional para el debate de temas relacionados con la agricultura y la alimentación.

La ayuda de la FAO para el desarrollo agrícola y rural de los países pobres se realiza mediante proyectos de asistencia técnica y de transferencia de conocimientos y tecnología agrícolas, sirviéndose para ello de una importante red de servicios de información y de apoyo. Del mismo modo, proporciona asesoramiento a los gobiernos en sus políticas agrícolas y de recursos alimentarios. Por último, la FAO estimula la cooperación internacional en cuestiones como las normas alimentarias y la conservación de la biodiversidad, además de colaborar con otras organizaciones multilaterales en proyectos de desarrollo y en la promoción de reuniones técnicas y conferencias, como la Conferencia Internacional sobre Nutrición FAO/OMS que tuvo lugar en Roma en 1992.

En suma, la FAO se ha convertido con el tiempo en la mayor y más importante agencia especializada para el desarrollo rural dentro del sistema de Naciones Unidas. Para su funcionamiento, cuenta con tres órganos de gobierno principales: la Conferencia, que reúne cada dos años a 180 países miembros para formular la política y determinar el programa y el presupuesto de la organización; el Consejo, compuesto por 49 países miembros elegidos cada tres años, que administra la FAO entre las sesiones de la Conferencia; y, por último, la Secretaría, regida por el Director General, que es el órgano responsable de ejecutar el programa de la organización, para lo cual su personal se divide entre las oficinas en sede, en Roma (alrededor de 2.600 personas), y los proyectos de campo a nivel mundial (unas 1.600 personas). La estructura de la FAO comenzó a mediados de los 90 un necesario proceso de descentralización de sus actividades a través de sus oficinas regionales, subregionales, y de su red de representantes nacionales, con el fin de lograr un mayor impacto en el ámbito de cada país y de mejorar los niveles de eficiencia tanto administrativa como financiera. El presupuesto regular de la Organización es multimillonario y los resultados de su trabajo no corresponden con el inmenso tamaño de su presupuesto.

En un documento de la FAO se lee que sus actividades se agrupan en torno a cuatro funciones principales: prestar ayuda directa para el desarrollo; recoger, analizar y difundir información sobre alimentación, nutrición, agricultura, pesca y silvicultura; asesorar a los gobiernos sobre políticas y planificación agrícolas, y actuar como foro internacional para el debate de temas relacionados con la agricultura y la alimentación. La ayuda de la FAO para el desarrollo agrícola y rural de los países pobres se realiza mediante proyectos de asistencia técnica y de transferencia de conocimientos y tecnología agrícolas, sirviéndose para ello de una importante red de servicios de información y de apoyo. Del mismo modo, proporciona asesoramiento a los gobiernos en sus políticas agrícolas y de recursos alimentarios. Por último, la FAO estimula la cooperación internacional en cuestiones como las normas alimentarias y la conservación de la biodiversidad, además de colaborar con otras organizaciones multilaterales en proyectos de desarrollo y en la promoción de reuniones técnicas y conferencias, como la Conferencia Internacional sobre Nutrición FAO/OMS que tuvo lugar en Roma en 1992.

Desde su creación, la FAO ha puesto un énfasis particular en la dimensión técnica de su mandato, es decir, en la promoción del conocimiento científico y en la obtención, difusión y transferencia a los países en desarrollo de tecnología aplicada a la agricultura y a la producción de alimentos. Por esta razón, en décadas pasadas, buena parte de su actividad se orientó al apoyo de la denominada revolución verde, que incrementó la productividad agrícola en numerosos países en desarrollo, si bien acabó dando lugar a diversos problemas socioeconómicos y medioambientales. De igual modo, se ha señalado que la transferencia de tecnología moderna en el campo de la silvicultura y la pesca también ha dado lugar a modelos de sobreexplotación de los recursos dañinos para el medio ambiente, según Khor Kok Peng.

A la vista de las repercusiones negativas de la Revolución Verde, a partir de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CNUMAD) celebrada en Río de Janeiro en 1992, la necesidad de impulsar una agricultura y un desarrollo rural sostenibles se convirtió en un principio cada vez más extendido entre los organismos especializados, entre ellos la FAO, si bien en la mayoría de los casos aún no se ha tomado la acción necesaria para alcanzar dicho objetivo.

La FAO, que tiene un papel importante en la implementación del Plan de Acción aprobado en la Conferencia de Río, aboga por desarrollar una “nueva Revolución Verde” que haya aprendido de los errores pasados; un modelo de producción y de consumo sostenible, que sea más accesible a los pequeños campesinos y que preste mayor atención a las necesidades de ambos sexos. La cuestión de género, en efecto, ha sido tradicionalmente relegada a un segundo plano por parte de la FAO, y sólo en años recientes se ha comenzado a diseñar una estrategia de género que tenga en cuenta el papel fundamental que las mujeres desempeñan en la producción agropecuaria y en el mundo rural de los países en desarrollo.

La FAO afirma que su máxima prioridad consiste en la seguridad alimentaria global, entendida ésta como la posibilidad de toda la población de tener acceso en cualquier momento a los alimentos necesarios para una vida sana y activa. A tal fin, ha llevado a cabo diferentes iniciativas. Con el objetivo de ayudar a los países de bajos ingresos con déficit de alimentos (PBIDA) a mejorar su seguridad alimentaria nacional, la FAO puso en marcha un Programa Especial para la Seguridad Alimentaria (PESA), centrado en incrementar de la forma más rápida posible la productividad y la producción de alimentos, en mejorar la estabilidad de las reservas y en crear empleos rurales. Otro de sus programas especiales fue el Sistema de Prevención de Emergencia de Plagas y Enfermedades Transfronterizas de los Animales y las Plantas (EMPRES), que presta particular atención a las epidemias del ganado y a plagas como la langosta del desierto, con el fin de incrementar los suministros alimentarios.

Por lo que se ve la FAO ha fracasado en múltiples aspectos. Así el trabajo agropecuario aún no utiliza tecnologías de punta, tampoco ha superado las precariedades de las condiciones de trabajo y menos aún de la mujer que es un ser humano fundamental en la producción agropecuaria. En muchas partes parece que la mujer aún es la esclava de los siglos 18., 19 y 20 den las actividades en el campo, y de esos análisis de las múltiples realidades, aún no se ha pronunciado la FAO, en ninguna de sus Conferencias.

Po ejemplo, la FAO y la crisis alimentaria fue el tema fundamental que se trató en la 37 Conferencia reunida en Quito en el 37° período de sesiones de la Conferencia Regional de la FAO para América Latina y el Caribe. Según muchos especialistas en la materia, fue un evento híbrido plagado de discursos.

América Latina y el Caribe están empeñados en enfrentar y superar la más compleja crisis humanitaria, económica y social de las últimas décadas, causada por la pandemia de OVID-19, las guerras, la violencia imperialista, las luchas por la liberación de los pueblos. El subcontinente americano ha sido golpeado con tanta fuerza no sólo por causas naturales sino por la gestión de pésimos gobiernos al servicio del imperio y de los grupos de poder, olvidándose de atender las necesidades de los problemas más acuciantes de los pueblos. Se olvidaron que el sector agroalimentario es clave para salir de la crisis. Cada gobierno debería comprender que desde las fincas y los terrenos de los agricultores van los productos a las mesas de los consumidores,

Aparentemente, las personas, organizaciones y empresas que forman los sistemas agroalimentarios de la región dan empleo a decenas de millones de personas. ¿Pero son bien remunerados los trabajadores y trabajadoras del campo? Existen bárbaras injusticias si se piensa en el inmenso trabajo que ejecutan para alimentar a miles de millones de personas en todo el mundo.

“Estos sistemas son responsables de entre el 9 y el 35 por ciento del Producto Interno Bruto de los países de la región, y contribuyen el 25 por ciento de sus exportaciones.

Sin optimizar el aporte de los sistemas agroalimentarios, será mucho más difícil salir de la crisis. Hay un amplio acuerdo de que los sistemas agroalimentarios de la región deben transformarse, de acuerdo con las prioridades y capacidades de cada país y, sobre todo para resolver el problema de las injusticias sociales que no fue topado por la Conferencia de la FAO que, quizás no habló de esta transformación que es esencial para transitar a una agricultura y sistemas agroalimentarios más sostenibles, resilientes, y adaptados al cambio climático.

Sin ello, no podremos asegurar alimentos inocuos, nutritivos y saludables para toda la población, especialmente para los 267 millones de personas que sufren inseguridad alimentaria.

Tampoco podremos crear condiciones para que los habitantes rurales superen su condición de pobreza, que afecta al 45 % de dicha población.

Sin embargo, los países Miembros de la FAO aprobaron por unanimidad el Marco Estratégico 2022-2031 de la FAO, que llama a respaldar la Agenda 2030 mediante la trasformación hacia sistemas agroalimentarios más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles, para conseguir una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una vida mejor, sin dejar a nadie atrás, pero fundamentalmente con la imposición de la justicia social que tenga que ir del campo a la ciudad.

La Conferencia Regional se celebra cada dos años y reúne a los gobiernos de los 33 Estados Miembros de la FAO en América Latina y el Caribe para establecer las prioridades regionales de la Organización para el próximo bienio.

Siempre, la realidad supera a las ilusiones discursivas, a las tesis y planteamientos teóricos La realidad es que nadie puede “garantizar alimentos sanos y nutritivos y mejores dietas para todos y todas” de conformidad con planteamiento previos a la Conferencia Quito, 2022. La verdad es que los datos de la FAO indican que 267 millones de personas en la región viven en inseguridad alimentaria.

La FAO puede, con mucho optimismo que “los países también analizarán formas de crear sociedades rurales prósperas e inclusivas, “Cerca de la mitad de todos los habitantes rurales en la región viven en pobreza, zonas que han sido dejadas atrás a pesar de que es justamente allí donde se encuentran los recursos naturales y la biodiversidad que permite la enorme producción alimentaria de la región”, explicó Berdegué.

Otra temática clave es la necesidad de impulsar una agricultura y una ganadería resiliente y sostenible, adaptada al cambio climático, y con menores emisiones de gases de efecto invernadero y mínimo impacto ambiental.

La Conferencia Regional es el máximo órgano de gobierno regional de la FAO. Allí los países Miembros se reúnen cada dos años y establecen las prioridades regionales de la Organización para el siguiente bienio.

A la 37 Conferencia Regional de Quito, Ecuador, fue invitado el Presidente del Ecuador Guillermo Lasso, quien dijo la Conferencia es “una oportunidad para que coordinemos de manera concertada la protección de los recursos alimentarios, el capital social y la economía que dependen de la producción agrícola”.

“Los alimentos que ustedes producen y exportan influirán en la nutrición de cientos de millones de hombres, mujeres y niños dentro y más allá de las fronteras de esta tierra prodigiosa”, dijo el Director General de la FAO, QU Dongyu, en su discurso de apertura ante una audiencia que incluyó al Presidente de Ecuador y ministros de 33 países de la región.

Las conferencias regionales son órganos rectores de la FAO que se reúnen cada dos años. Ofrecen un foro para que los miembros identifiquen áreas prioritarias clave de trabajo con la FAO y brindan orientación sobre la implementación efectiva del Marco Estratégico de la FAO 2022-31, en línea con las especificidades regionales de América Latina y el Caribe.

El Director General señaló que el Marco Estratégico de la FAO 2022-2031 ofrece una “hoja de ruta clara” para avanzar hacia sistemas agroalimentarios más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles para cuatro mejoras: una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor ambiente y una vida mejor, sin dejar a nadie atrás. Las cuestiones prioritarias de la Conferencia Regional son: sistemas agroalimentarios sostenibles para una alimentación saludable para todos, sociedades rurales prósperas e inclusivas, y la agricultura sostenible y resiliente.

Una nueva cuestión urgente que los Miembros abordaron durante la Conferencia de Quito fue el aumento de los precios de los alimentos y los fertilizantes, agravado por la guerra en Ucrania; el Director General de la FAO dijo que era de importancia fundamental para la región, ya que plantea riesgos para los productores, los consumidores y la recuperación económica.

“¡La paz es esencial para proteger a las personas del hambre!”, dijo. “Los llamo a identificar medidas multilaterales claves que puedan adoptarse para reducir las repercusiones de la crisis. Ningún país es lo suficientemente grande, o poderoso, para solucionar este problema por sí solo”. QU señaló que la FAO ha hecho un llamamiento a todos los países para que mantengan abierto el comercio mundial de alimentos y fertilizantes.

Ser sostuvo que acelerar las innovaciones y las políticas en respuesta al rápido aumento del precio de los fertilizantes y otros insumos es parte de lo que se entiende por “una mejor producción”, que puede ayudar a la región a consolidar su papel como mayor exportador neto de alimentos del mundo. El Director QU señaló que América Latina y el Caribe produce suficientes calorías para alimentar a 1 300 millones de personas y lo calificó como un logro enorme; sin embargo, no será suficiente para alimentar a los casi 10 000 millones de personas que se espera habiten el planeta en 2050.

En la Conferencia de Quito el Director General de la FAO insistió que “una mejor nutrición es una cuestión importante debido al alza alarmante del hambre y de la obesidad en la región. Pidió que se reforzaran los programas de alimentación escolar y de protección social. También destacó que 23 países de la región ya han promulgado leyes y reglamentos para disuadir del consumo de alimentos ultraprocesados.

Lograr un mejor medio ambiente implicará adaptar y aumentar la resiliencia de los sistemas agroalimentarios a la crisis climática y reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, que hoy representan el 45 % del total de las emisiones antropogénicas de la región.

La cuarta mejora -una vida mejor-, requiere proteger a las numerosas familias que fueron más impactadas por la pandemia, y un esfuerzo concertado para reducir las desigualdades territoriales, de género, étnicas y entre el medio rural y el urbano, dijo QU.

Añadió que la digitalización es una poderosa herramienta capaz de ayudar a avanzar hacia las cuatro mejoras, que debería incorporarse -junto a la ciencia y la innovación- en todos los niveles de los sistemas agroalimentarios, y complementarse con un comercio internacional justo y reglamentado.

El Director General destacó que ha iniciado reformas institucionales para dotar a las oficinas regionales y subregionales de la FAO de mayor agilidad para ayudarlas a cumplir con las iniciativas principales y asegurar que los objetivos estratégicos mundiales de la FAO tengan repercusiones en el terreno.

Como ejemplos de esta mejora en la ejecución, citó que seis países de la región ya están participando en la Iniciativa Mano de la mano, cuyo objetivo es incrementar la producción agrícola en las zonas con los mayores índices de pobreza y hambre. También señaló que 14 países participan en la Iniciativa de las 1000 aldeas digitales, que pretende reducir la brecha digital a la que se enfrentan los pequeños agricultores y los habitantes de las zonas rurales, y destacó la nueva iniciativa un país, un producto prioritario (UPUP), centrada en productos con cualidades singulares.

La FAO ha establecido también una nueva Plataforma Técnica Regional para la Agricultura Familiar para promover innovaciones en sus sistemas productivos, así como un innovador Centro Digital Territorial en Ecuador que se extenderá a otros países, próximamente.

Todas estas iniciativas requieren una mayor inversión, que es un área en la que la FAO puede ayudar, dijo QU, quien señaló que en los últimos dos años la FAO apoyó 43 proyectos de inversión en 19 países, por un total de USD 3 800 millones de dólares.

El mundo atraviesa por una etapa crítica en lo económico, político, social y cultural. La guerra, la violencia criminal, las desigualdades e injusticias socio-económicas demandan soluciones urgentes. La FAO y la ONU tienen muchas dificultades, pero podrían coadyuvar en las transformaciones de los sistemas alimentarios en aras de la seguridad alimentaria, una mejor nutrición y dietas asequibles y saludables para todos

En los últimos años, varios factores principales han desviado al mundo de la senda que lleva a poner fin al hambre y la malnutrición mundiales en todas sus formas para 2030. Las dificultades han aumentado a raíz de la pandemia de la COVID-19 y de las medidas para contenerla. el costo y la asequibilidad de las dietas saludables, que proporcionan un vínculo importante entre los indicadores de la seguridad alimentaria y la nutrición y el análisis de sus tendencias. En conjunto, se pone de relieve la necesidad de una reflexión más detenida sobre la mejor manera de hacer frente a la situación mundial de la seguridad alimentaria y la nutrición.

Para comprender la manera en que el hambre y la malnutrición han alcanzado niveles tan críticos, se parte de los análisis que han generado un inmenso acervo de conocimientos empíricos sobre los principales factores determinantes de los cambios recientes en la seguridad alimentaria y la nutrición. Dichos factores, cuya frecuencia e intensidad van en aumento, constan de los conflictos, la variabilidad y las condiciones extremas del clima y las desaceleraciones y debilitamientos de la economía, todo ello agravado por las causas subyacentes como la pobreza y unos niveles de desigualdad muy altos y persistentes. Además, millones de personas en el mundo padecen inseguridad alimentaria y distintas formas de malnutrición porque no se pueden permitir el costo de las dietas saludables.

Fuente: Libro electrónico EPUB

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