DEL ALCA A LA CELAC, LA INJERENCIA ESTADOUNIDENSE NO SE DETIENE

DEL ALCA A LA CELAC, LA INJERENCIA ESTADOUNIDENSE NO SE DETIENE

Katu Arkonada

El 24 de enero se celebra en Buenos Aires la VII Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), encuentro al que asistirán alrededor de 15 presidentes de la región, entre ellos Lula da Silva, y que será presidido por el anfitrión Alberto Fernández.

Es obvio la importancia que tiene para el gobierno argentino que la Cumbre de la CELAC sea exitosa, pues en medio de la delicada situación política interna que atraviesa el país, con una elección presidencial el 22 de octubre, que la cumbre y el traspaso de la presidencia pro tempore (a San Vicente y las Granadinas, país miembro de la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA-TCP) salgan bien, ayudarían a mejorar la imagen de la Argentina en todo America Latina y el Caribe.

Pero la derecha latinoamericana, de la mano del Departamento de Estado y sus agencias de inteligencia, conspiran para impedir el desarrollo de la CELAC, que se fortalece con la incorporación al eje progresista de los gobiernos de Gustavo Petro en Colombia, Gabriel Boric en Chile, y Xiomara Castro en Honduras, país que pronto se incorporará a otro instrumento de integración regional como es el ALBA-TCP.

La apuesta de la derecha regional y Estados Unidos, que en su momento fue el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), derrotada precisamente en la Argentina, en la Cumbre de Mar del Plata de 2005, es la OEA (más allá de que pronto dejarán caer a una marioneta llamada Luis Almagro).

Y así como en pleno auge del ciclo progresista conspiraron para imponer el “libre comercio” en todo América desde Canadá a la Patagonia, ahora lo hacen para derrotar el “marxismo cultural” y la “ideología de género”. Para idear un plan de acción contra la “expansión socialista” en América Latina hace poco se reunió en México la organización de ultraderecha más grande del mundo, la Conferencia Política de Acción Conservadora (CEPAC), con el exjefe de gabinete de Donald Trump, Steve Bannon, a la cabeza.

Sus resultados no se han hecho esperar. Varios de sus participantes han tenido un rol destacado en el golpe parlamentario contra Pedro Castillo en Perú, la segunda parte del golpismo boliviano liderado por Luis Fernando Camacho en Bolivia, o el golpe a la democracia del pasado 8 de enero cuando seguidores de Jair Bolsonaro tomaron en Brasilia el Palacio de Planalto, el Congreso Nacional, y el Supremo Tribunal Federal.

Ahora, la derecha latinoamericana en general y la argentina particular, que está demostrando fuerza, especialmente al interior del sistema de justicia, conspiran para golpear la imagen de Alberto Fernández, y por extensión debilitar a la CELAC. Además, se suma el interés de la derecha cubano americana de Miami que tiene como objetivo golpear la presencia de las delegaciones de Cuba, Venezuela y Nicaragua, además de los gobiernos que ellos consideran socialistas como Bolivia, Honduras, México, y Brasil, ahora que ha anunciado su reincorporación a la CELAC.

Entre los extremistas de Miami que se están reuniendo para conspirar contra la CELAC destacan:

Orlando Gutiérrez Boronat, presidente del Directorio Democrático Cubano (DDC) que se ha caracterizado por su permanente accionar de provocación contra las delegaciones cubanas en cumbres iberoamericanas y otros foros internacionales.

Tomás Pedro Regalado y Valdez, exalcalde de Miami, militante del Partido Republicano y fiel seguidor de Trump, actual presidente del Instituto Interamericano para la Democracia.

Luis Manuel de la Caridad Zuñiga Rey, exagente de la CIA y exdirectivo de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), de la que fue responsable de su grupo paramilitar.

Rosa María Payá, respaldada por Marcos Rubio y Luis Almagro, su misión es la campaña anticubana en el exterior, siendo recibida por miembros del Parlamento Europeo a solicitud del Departamento de Estado.

Las personas mencionadas tienen en común el recibir un generoso financiamiento de agencias federales estadounidenses, apoyar cualquier medida que refuerce el bloqueo, y haber pedido públicamente una intervención militar contra Cuba y Venezuela.

Pero cualquier acción en esta Cumbre de la CELAC no puede llevarse a cabo sin colaboración local, y para ello están reuniéndose y conspirando con las siguientes personas de nacionalidad argentina:

Gabriel Salvia, Presidente de la fundación Centro para la Apertura y Desarrollo de América Latina (CADAL), financiada por USAID y el Departamento de Estado.

Gerardo Bongiovanni, directivo de la Fundación Libertad, financiada por la NED y USAID, y vinculado también con las fundaciones ATLAS, FUPAD, RELIAL, CATO Institute, Friedrich Neuman y Konrad Adenauer, todas ellas en permanente campaña contra los gobiernos progresistas latinoamericanos.

Leandro Querido, con estrechas relaciones con Rosa María Payá, director ejecutivo de la ONG Transparencia Electoral.

Agustín Antonetti, coordinador del grupo joven de la Fundación Libertad, articulador mediático de la Red Atlas y principal operador en Twitter de la campaña anticubana en julio de 2021 y 2022.

Micaela Hierro Dori, fundadora y presidenta de la asociación Cultura Democrática, utilizada por la NED como intermediaria para financiar organizaciones como el Movimiento San Isidro.

Todas las personas anteriormente mencionadas, estadounidenses, cubanas y argentinas, trabajan en las siguientes acciones:

Iniciar una fuerte campaña en medios y redes sociales contra las delegaciones de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia y México, utilizando medios regionales y también nacionales, para que brinden una cobertura negativa sobre la Cumbre de la CELAC.

Utilizar fondos de agencias federales de Estados Unidos, y fondos destinados a proyectos sociales de la OEA para financiar el traslado a Buenos Aires de elementos de la ultraderecha latinoamericana, con el fin de realizar acciones en el marco de la CELAC.

Ante la compleja situación por la que atraviesa la aerolínea oficial de Cuba y la posibilidad de que se recurra a una aeronave rusa o venezolana, exploran una maniobra legal para retener el avión, tal y como sucedió recientemente con el avión de carga venezolanoiraní de la empresa Emtrasur.

Movilizar en Buenos Aires a cubanos contrarrevolucionarios, amigos argentinos y de otras nacionalidades, para manifestarse frente a las embajadas de los países anteriormente mencionados.

Utilizar los contactos de Rosa María Payá con el Presidente de Uruguay Luis Lacalle Pou para reeditar durante la CELAC los ataques contra Cuba, al igual que sucedió en la anterior cumbre en México.

Realizar gestiones con las delegaciones de Paraguay y Ecuador para que en el contexto de la Cumbre realicen declaraciones contra los gobiernos calificados de “dictatoriales”.

Al igual que sucedió en 2005 en Mar del Plata, es indispensable que en 2023 en Buenos Aires sea rechazado este nuevo ataque contra la integración latinoamericana y caribeña.

EL RELANZAMIENTO DE LA CELAC

Atilio Boron

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), fue creada en Caracas entre los días 2 y 3 de diciembre de 2011 en el marco de la IIIª Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo (CALC) y de la XXIIª Cumbre del Grupo de Río. La reunión se llevó a cabo como parte de las conmemoraciones por el bicentenario del inicio de los procesos de independencia de los países del área. Y, siendo el presidente Hugo Chávez quien la convocó, la elección de la fecha no pudo ser casual. Un 2 de diciembre, pero de 1823 y en Washington, James Monroe, quinto presidente de Estados Unidos, había anunciado en su discurso anual al Congreso de la Unión la doctrina que llevaría su nombre. Ciento ochenta y ocho años más tarde ese mismo día nacería la CELAC, una de las iniciativas estratégicas más importantes de los pueblos y gobiernos de la región. 

Pero la historia no comienza con el discurso de Monroe. Antes, Thomas Jefferson había declarado en su condición de tercer presidente de Estados Unidos que su país “necesitaba un hemisferio” para estabilizarse, prosperar y asegurar su grandeza. Y ese hemisferio, fenomenal emporio de recursos naturales como dijera Alí Rodríguez, es el que habitan, y donde luchan y sueñan, latinoamericanos y caribeños.

Desde el inicio no fue fácil lograr un consenso acerca de algunas cuestiones centrales para la naciente comunidad. Una vez creada la Iª Cumbre de presidentes y jefes de Estado se reunió en Santiago, Chile los días 27 y 28 de enero de 2013. El anfitrión era Sebastián Piñera y durante las deliberaciones del cónclave el presidente chileno insistió en la idea de que la CELAC debía ser un foro y no una organización regional más. Pero la idea fundacional de Chávez, de Fidel, de Raúl y en general de la izquierda latinoamericana era justamente la contraria: hacer de la CELAC una alternativa real y efectiva a la OEA, que jamás dejaría de ser el “ministerio de colonias” de Estados Unidos, como la historia se encargó de demostrar. 

En la IIª Cumbre (La Habana, 28 y 29 de enero de 2014) el anfitrión, Raúl Castro Ruz, insistió con la idea de “institucionalizar” a la CELAC pero los cambiantes vientos políticos que atravesaron la región (ascenso del macrismo en la Argentina en 2015, destitución de Dilma Rousseff en 2016, triunfo y traición de Lenín Moreno en Ecuador, estabilización de regímenes de derecha en Centroamérica, y ascenso a la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos a inicios de 2017) suspendieron a la CELAC en una especie de limbo político.


Uno de sus factores fue la renovada beligerancia del imperialismo norteamericano, cosa que impacta muy fuertemente en los países de la región. De los treinta y tres que conforman la CELAC hay por lo menos unos quince que son extremadamente vulnerables a las decisiones que pueda tomar Washington sobre el tema de las remesas que los inmigrantes envían a sus lugares de origen. Aquéllas representan al menos el 20% del PIB en países como El Salvador, Honduras, Jamaica y Haití, y cifras cercanas para otros.


En el caso de México su incidencia sobre el PIB es mucho menor, pero su volumen es muy significativo: en 2021 los mexicanos radicados en Estados Unidos enviaron a su país nada menos que 51.600 millones de dólares, una cifra superior al escandaloso préstamo del FMI al gobierno de Macri.


Pero el control de las remesas por parte de Washington no es el único dispositivo con que cuenta para evitar el fortalecimiento de la CELAC y el desarrollo de una imprescindible estrategia de acción regional colectiva, crucial para enfrentar las turbulentas aguas de la escena internacional. Las diversas formas de presión, cuando no el abierto bloqueo como el practicado en contra de Cuba, Venezuela y Nicaragua, son elementos que también juegan negativamente en este proyecto de unidad continental. 

En la Argentina las dos principales (o quizás únicas) empresas que venden combustible para los aviones, la Shell e YPF, están impedidas de abastecer al avión de la empresa venezolana EMTRASUR secuestrado en este país so pena de vetar su acceso de aquellas empresas al mercado de valores de Wall Street. Por lo tanto, el margen de decisión soberana aún en un país donde el tema de las remesas es irrelevante se achica considerablemente cuando Estados Unidos hace valer, con prepotencia, la ilegal e ilegítima extraterritorialidad de sus leyes.

Ojalá que esta Cumbre de Buenos Aires logre consolidar a la CELAC como una institución. Que pueda convertirse en un auténtico organismo regional latinoamericano y caribeño, con sus equipos de trabajo, sus expertos e investigadores; que puedan elaborar, por ejemplo, un protocolo regional para la explotación racional y cuidadosa del medio ambiente del oro, del litio o del cobre; o para el cuidado de nuestras aguas, amenazadas por una irreversible contaminación de agrotóxicos o de los minerales utilizados en la extracción del oro; o que puedan facilitar la creación de empresas públicas multinacionales que administren con buen criterio el aprovechamiento de los fabulosos bienes comunes que posee nuestra región. 

El creciente injerencismo norteamericano en los asuntos internos de nuestros países ha llegado a niveles escandalosos, de ahí la necesidad de una robusta CELAC para ponerle freno a tanta prepotencia imperial. Sólo una acción concertada entre nuestros países podrá evitar la brutal recolonización de Latinoamérica y el Caribe, montada sobre una derecha radical y violenta que es promovida, asesorada y financiada desde Washington a través de numerosos canales.


En un sistema mundial profundamente conmocionado y en el cual Estados Unidos tramita con furia el inexorable debilitamiento de su gravitación internacional, la tentación de apoderarse del territorio y las riquezas existentes al Sur del Río Bravo se convierte en una pasión tan irresistible como insana. Esto lo manifiesta a cada rato la Jefa del Comando Sur, Laura Richardson, cuando afirma que “estadounidenses y los otros pueblos de América Latina y el Caribe hemos convivido armónicamente (Sic!) en nuestro vecindario durante dos siglos.” Expresa, dos siglos más tarde, la temprana aspiración de Jefferson. Y “nuestro vecindario”, agrega la señora Richardson, debe impedir la llegada de intrusos como Rusia, China e Irán que quieren arrebatarnos lo que es nuestro. 

Más claro imposible. “América para los (norte)americanos”, reza la doctrina Monroe, de imperecedera vigencia. Por eso la CELAC es más necesaria que nunca. Ojalá que la Cumbre de Buenos Aires pueda a ser recordada como aquella en la que se recuperó el proyecto original que le dio nacimiento en 2011.

VARIAS LUCES Y MUCHAS SOMBRAS Y OMISIONES EN VII CUMBRE DE LA CELAC

Sergio Ortiz

LAS LUCES

El 24 de enero sesionó en Buenos Aires la VII Cumbre de la CELAC con la presencia de 15 presidentes y el resto de los 33 países representados por sus cancilleres o enviados especiales. Este último fue el caso de Christopher Dodd, quien arribó con una comitiva fletada por Joe Biden, invitado por el presidente pro témpore Alberto Fernández, que ese día dejaba ese lugar a Ralph Gonsalves, de San Vicente y las Granadinas.

Desde su Cumbre Fundacional en 2011 en Caracas, Venezuela, bajo la inspiración de Hugo Chávez, hasta esta edición de Buenos Aires, se han realizado eventos en Santiago de Chile, La Habana, Belén (Costa Rica), Quito, Punta Cana (República Dominicana) y Ciudad de México.

La organización latinoamericana y caribeña tiene de bueno que deja afuera formalmente al imperio estadounidense y su socio Canadá, del ministerio de Colonias apellidado OEA, donde tienen al títere Luis Almagro. Esa cloaca supo prohijar al Cartel de Lima contra Venezuela, donde tallaban personajes como Iván Duque, Sebastián Piñera, Mauricio Macri, Lenin Moreno y el autoproclamado Juan Guaidó, quien nunca pudo pisar el Palacio de Miraflores.

En comparación con “esa cosa tan fea”, la CELAC tuvo un mejor sentido político. Sin llegar nunca al nivel de Patria Grande que soñaron Chávez, Fidel Castro, Daniel Ortega, Evo Morales y otros gobernantes populares, al menos fue “progre” y concitó expectativas de que podría ponerle freno al imperio y sus socios locales.

Sin embargo los cuatro años de neoliberalismo a ultranza de Macri en Argentina, otros tanto del fascista Jair Bolsonaro en Brasil y Duque en Colombia, todos ellos peones del Tío Sam en el tablero regional, paralizaron objetivamente a la CELAC.

Por eso había esperanzas que con los nuevos gobiernos en Argentina, Chile, Colombia y desde el 2 de enero en Brasil se pudiera relanzar aquella entidad. Eso sin desconocer que esas nuevas administraciones distan muchísimo de una condición antiimperialista. Concediéndole el beneficio de la duda a Gustavo Petro y Lula da Silva, flamantes mandatarios, Fernández y Gabriel Boric daban la certeza de ser claudicantes frente al poder del Norte y los intereses económicos domésticos entrelazados.

Así se llegó a la cita en el Sheraton Hotel de Buenos Aires, con expectativas limitadas, más aún cuando se supo que Nicolás Maduro desistía de viajar. Sufrió amenazas e incluso pedidos de la ultraderecha macrista para que se lo detuviera por “dictador” y “jefe de los carteles de la droga” (Patricia Bullrich y Waldo Wolff dixit). Esa ausencia fue un primer déficit.

La reunión aprobó una Declaración de Buenos Aires que divulgó la cancillería de Santiago Cafiero, larguísima, de 28 páginas, con 100 puntos de la resolución general y 11 resoluciones especiales, 111 en total. Tuvo posiciones generales buenas a favor del espacio regional, de su territorio como zona de paz, defensa de los derechos humanos y un llamado a corregir desigualdades, mejorar el acceso a la cultura y la educación, apoyando reclamos argentinos en Malvinas y condenando el bloqueo estadounidense contra Cuba. Esas fueron las luces. Débiles en relación a la profunda crisis regional que debían iluminar y, sobre todo, buscar soluciones.

SOMBRAS Y OMISIONES

Al haber adentro gobiernos bien de derecha, casos de Lacalle Pou de Uruguay, Mario Abdo Benítez de Paraguay y Guillermo Lasso de Ecuador, era difícil arribar a pronunciamientos contra Yanquilandia. Pero eso no justifica que la Declaración de Buenos Aires no se haya atrevido a decir que la región – y en buena medida el mundo – vive una crisis originada por una superpotencia decadente, con fuerte poder económico y financiero global, que hace 200 años viene explotando lo que considera su “patio trasero” en función de su lema “América para los (norte) americanos”.

Apenas se habló del “bienestar y desarrollo de la región, así como la acuciante superación de la pobreza y las desigualdades e inequidades existentes”, sin mencionar el rol del capital financiero internacional y los monopolios, causantes de esos males. Al mencionar la deuda por única vez en 28 páginas, dijeron que “varios países de América Latina y el Caribe emergieron de la pandemia con mayores niveles de deuda pública”. O sea que pareciera que fue el COVID 19 y no los préstamos usurarios del FMI el causante del mayor endeudamiento. Omitieron mencionar al Fondo y al Banco Mundial; de Wall Street ni hablar…

Los endeudados con el FMI están pagando sus deudas, incluso las fraudulentas como la de Macri en 2018 y legalizada por Fernández en marzo de 2022. La VII Cumbre no denunció esa barbaridad y no entró en la consideración una solución del tipo de “auditoría de la deuda y suspensión de pagos” del componente fraudulento e ilegal. Al contrario, se pidieron nuevos préstamos: “subrayamos la necesidad de que las instituciones financieras regionales e internacionales, mejoren las facilidades crediticias a través de mecanismos justos, transparentes, accesibles y sin exclusiones que contribuyan a que los países que así lo soliciten recuperen con celeridad la solvencia y el acceso a los mercados financieros internacionales”. O sea, quieren nueva deuda para tener acceso a “mercados financieros internacionales” y seguir endeudándose. Más fondomonetarismo es difícil de hallar.

El capítulo de Derechos Humanos sonó a sanata. El punto 3 remarcó “nuestro compromiso con la democracia, la promoción, protección y respeto de los Derechos Humanos, la cooperación internacional, el Estado de Derecho, el multilateralismo, el respeto a la integridad territorial, la no intervención en los asuntos internos de los Estados”. Pero resulta que la Declaración no condenó el golpe de Estado en Perú ni a la dictadora Dina Boluarte, que ya llevaba asesinadas más de 50 personas por su represión. ¿”No intervención en los asuntos internos de los Estados”? ¿Y qué hacía el 13 de diciembre pasado la embajadora de Washington en Lima, Lisa Kenna, entrevistándose con Boluarte y brindándole apoyo político?

Vergonzosa la omisión de los trágicos sucesos de Perú. Y vergonzoso que asistiera en representación de Boluarte la canciller Ana Cecilia Gervasi, quien debería haber sido expulsada del recinto. En ese lugar debió estar Pedro Castillo, el presidente destituido y preso, como bien dijo la mandataria de Honduras, Xiomara Castro. Sólo ella, Miguel Díaz Canel y otros cuatro expositores condenaron el golpe en Perú. El resto silbaba bajito, incluido el re-debutante Lula, que debería haber tenido una postura solidaria con el maestro andino toda vez que él mismo fue preso por 580 días.

También dejó muchísimo que desear la postura sobre Haití. Fue elogiosa del gobierno surgido de fraudes y un magnicidio: “Tomamos nota de los constantes esfuerzos del gobierno haitiano para ampliar aún más el consenso entre los actores políticos y la sociedad civil haitiana”. Y para rematarla, impulsó una fuerza armada internacional, como la nefasta MINUSTAH: “con miras a participar en la fuerza multinacional especializada solicitada por Haití para ayudar a las fuerzas de seguridad haitianas”.

Otra omisión imperdonable fue sobre las 927 sanciones yanquis contra Venezuela, denunciada a 12 días de la Cumbre por el viceministro venezolano de Políticas Antibloqueo, William Castillo.

Mientras se ocultaba esos temas trascendentes, la Declaración dedicó un largo párrafo a los camélidos. Textual: “Resaltamos la importancia de los camélidos, su significativo aporte a la seguridad alimentaria y su contribución para la supervivencia de las poblaciones que habitan en zonas de bajas temperaturas, en condiciones áridas y de sequía, por lo que reafirmamos nuestro compromiso para el éxito de la celebración del Año Internacional de los Camélidos en 2024.

Llamas, guanacos y vicuñas tuvieron la consideración de estos diplomáticos. 201 millones de personas (32,1% de la población total de la región) viven en situación de pobreza, de los que 82 millones (13,1%) se encuentran en indigencia y tendrán que esperar…

ARGENTINA EN FALTA

El gobierno argentino quedó en falta con la región y su propia población. Maduro no quiso venir porque el clima de amenazas era bien espeso, además de ser una plaza donde ya le habían secuestrado el avión de Emtrasur y su tripulación con fallos estadounidenses vehiculizados por el juez Federico Villena.

El cogobierno de ajuste del Frente de Todos y el FMI, y la legalización de la deuda externa, explica que la deuda externa y los ajustes contra los pueblos no estuvieran sobre el tapete oficial en el Sheraton.

La Declaración contuvo diez puntos sobre los medios digitales, pero ninguna crítica a Clarín, el mal ejemplo como monopolio del cuádruple play. El actual presidente AF fue muchas veces sindicado como vocero del grupo de Héctor Magnetto…

Tres puntos de la Declaración se referían a las “Lenguas indígenas”, pero ninguna a los derechos de los pueblos originarios, a sus tierras ancestrales; tampoco a la represión y detenciones de las cuatro mujeres mapuche en nuestra Patagonia (la CELAC Social sólo mencionó a Milagro Sala).

El gobierno del FDT es consecuente en esa línea cipaya. Por eso en el punto 54 reiteró su entrega de la soberanía nacional en el río Paraná, los puertos y el comercio exterior: “Reafirmamos la importancia de la Hidrovía Paraguay-Paraná como un sistema hídrico navegable que facilita la integración regional y se constituye como un medio concreto para facilitar la navegación y el transporte comercial en igualdad de condiciones”.

Mempo Giardinelli y demás personalidades del Frente por la Soberanía se van a querer tirar sin salvavidas al Paraná, traicionados. Mejor es que entre todos sigamos remando contra la entrega y aquellos rompan amarras con este gobierno.

Ni hablar de que Argentina no dijo nada de la voracidad del imperio puesto de manifiesto por la generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur. Ella dijo en un video que el continente les interesa por los “ricos recursos y elementos de tierras raras”, en especial el triángulo del litio que comparten Argentina, Bolivia y Chile.

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