Los Estados Unidos tienen una vasta acumulación histórica para garantizar el sometimiento de América Latina y el Caribe a sus designios políticos, económicos y socio-culturales, entre los que, en la actualidad, sobresalen las denominadas Cumbre de las Américas, que tuvo sus inicios en 1994, cuando el presidente Bill Clinton convocó a la primera Cumbre de Presidentes y Jefes de Estado, la que se realizó en diciembre de 1994 en Miami (Florida) para promover el crecimiento económico y la consolidación de la democracia, naturalmente, al estilo estadounidense. La Cumbre de este año 2022 se realizará en Estados Unidos, en la ciudad de Los Ángeles.
La Cumbre programada para este año, tendrá como lema “Construyendo un futuro sostenible, resiliente y equitativo” que también fue concebido y resuelto por el Departamento de Estados de Estados Unidos. Sin duda se abordarán temas como la pandemia del Covid-19 y las “grietas que ha dejado al descubierto a nivel social y económico, la crisis climática, las amenazas a la democracia y la falta de un acceso equitativo a las oportunidades”
Según la teoría, la Cumbre de las América servirá para buscar la prosperidad, aumentar los factores y niveles de la producción, el comercio internacional con la intencionalidad de “mejorar la calidad de vida de todos los pueblos y preservar los recursos naturales del hemisferio para las generaciones futuras”
La Cumbre de 1994 fue la primera cumbre hemisférica desde 1967, cuando Uruguay acogió a la mayoría de los líderes de la región, pero no incluyó a Canadá ni gran parte del Caribe. Las cumbres periódicas posteriores han tenido lugar en Santiago de Chile (1998), Ciudad de Quebec, Canadá (2001); Mar del Plata, Argentina (2005); Puerto España, Trinidad y Tobago (2009); Cartagena, Colombia (2012); Ciudad de Panamá, Panamá (2015) y Lima, Perú (2018). Se celebraron cumbres especiales en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia (1996) y Monterrey en Nuevo León, México (2004).
En estos tiempos, Estados Unidos ya no es la potencia hegemónica que ordena y los demás cumplen. Ahora existen voces que no toleran imposiciones y exigen respeto a América Latina. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador AMLO- y luego Alberto Fernández de Argentina y Luis Arce Catacora de Bolivia, han sido claros en advertir a Estados Unidos, que no concurrirán a la Cumbre si no se invita a Cuba, Venezuela y Nicaragua. ¿Qué Cumbre habría si esos tres países son excluidos? Cuba ha expresado que no irá a la Cumbre a efectuarse en la ciudad de Los Ángeles.
Estados Unidos en su calidad de país anfitrión es el presidente del órgano de deliberaciones previas a la Cumbre No. 9. Es decir que Estados Unidos impone la agenda de trabajo y deliberaciones, las fechas y los horarios, de tal manera que, si algún presidente desea hacer uso de la palabra, tiene que inscribirse previamente e informar el tema de su intervención.
Muchos presidentes de América Latina y el Caribe, ven en la Cumbre la oportunidad para dar un discurso y hacerse conocer por los demás mandatarios. Saben que después de esta Cumbre, difícilmente habrá otra ocasión para ser escuchados por sus pares y delegados de alto nivel del imperio, al mismo tiempo y en un solo auditorio.
Según la información oficial, Estados Unidos preside actualmente el órgano de deliberación de la Cumbre, el Grupo de Revisión de la Implementación de Cumbres (GRIC). La Cumbre se celebra aproximadamente una vez cada tres años desde 1994 y es la única reunión de todos los líderes de los países de América del Norte, del Sur y Central y del Caribe. Esta será la primera vez que Estados Unidos acoja la Cumbre desde la reunión inaugural en Miami en 1994.
El éxito de la cumbre dependerá de la adopción de una agenda ambiciosa y orientada a la acción, y del cumplimiento de los compromisos que los líderes asuman en junio en Los Ángeles para hacer frente a estos desafíos.
Pero, es necesario afirmar que una cumbre vacía, sin la asistencia de todos los países, “socavaría los esfuerzos de Estados Unido para reafirmar su influencia en América Latina”. Es más, existen analistas que señalan que el imperio necesita, con urgencia, recuperar espacios que han sido tomados por los avances de China y Rusia en la región.
“Varios países latinoamericanos criticaron que Estados Unidos haya planeado, en un principio, no invitar a Venezuela, Cuba y Nicaragua a la Cumbre de las Américas. Algunos amenazaron con no asistir y pusieron en riesgo la cita en momentos de tensión mundial.
Una pugna regional ha desatado la intención de Estados Unidos de excluir a Venezuela, Cuba y Nicaragua de la novena Cumbre de las Américas. De concretarse el veto, México y Bolivia han adelantado, incluso, que no asistirán al encuentro continental, que se realizará del 6 al 10 de junio en Los Ángeles, California. A las críticas se han sumado cada vez más gobiernos latinoamericanos. Ante este incierto panorama, ¿está destinada al fracaso la cumbre de este año o Estados Unidos se verá obligado a cambiar sus posiciones e invitar a todos los países de América Latina y el Caribe, así hayan decidido no asistir como es el caso de Cuba?
En un principio, Washington todavía no ha enviado las invitaciones oficiales, pero funcionarios estadounidenses ya han señalado que los Gobiernos de Caracas, La Habana y Managua no serán convocados.
El evento regional, que se realiza cada tres años desde 1994, es considerado una oportunidad para unificar esfuerzos en temas como la migración, la democracia y el desarrollo económico.
El primer mandatario latinoamericano en elevar su voz de protesta fue el mexicano Andrés Manuel López Obrador. “Todavía espero que haya una respuesta favorable para que todos participemos. El que no quiera ir está en su derecho, pero espero que nadie excluya a nadie”, declaró tras reiterar su decisión de no acudir al cónclave si la Casa Blanca no invita a todos los gobiernos de la región. Sin embargo, dijo que sí enviaría a representantes de su país. Una postura similar expresó en Twitter poco después el presidente de Bolivia, Luis Arce: “De persistir la exclusión de pueblos hermanos, no participaré de la misma”.
En la Cumbre de las Américas se iban a tratar temas como la migración, la democracia y el desarrollo económico.
Por su parte, los Gobiernos de Honduras, Chile y Argentina han confirmado su asistencia a la Cumbre, pero han insistido en que el anfitrión invite a todos los países de América Latina. “Si no estamos todas las naciones, no es Cumbre de las Américas”, dijo la presidenta hondureña, Xiomara Castro. En ese mismo tono se han pronunciado la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y la Comunidad del Caribe (Caricom).
Pero no solo naciones alineadas ideológicamente con la izquierda amenazan con no acudir al evento político. El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, también afirmó recientemente que está evaluando su presencia: “Aún lo estamos estudiando. Depende de muchas cosas”, aseguró el líder ultraderechista. En la segunda quincena del mes de mayo, Bolsonaro anunció que si asistirá a la Cumbre.
Varios factores influyeron para que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en medio del vaivén diplomático, anunciara una modificación de su política hacia Cuba, como la reanudación de vuelos comerciales, la suspensión en el límite de las remesas o el restablecimiento del programa de reunificación familiar. Así mismo se dio a conocer una flexibilización de “manera limitada” de algunas sanciones económicas contra Venezuela. Sin embargo, estas medidas serían una estrategia para tratar de relajar la situación, ante un posible resquebrajamiento de la Cumbre programada y ante el real deterioro de la pérdida del poder hegemónico de la Casa Blanca en América Latina y el Caribe.
Esos anuncios de cambios en la política imperial respecto de Cuba, Venezuela y Nicaragua son, al parecer, para tratar de calmar las aguas por la exclusión de algunos países de la Cumbre, porque precisamente allí Estados Unidos quería mostrar al mundo que está de vuelta como líder en la región”, indicó a DW la politóloga Mariana Aparicio, miembro del Observatorio de Reformas Políticas de América Latina. Desde el inicio de su gobierno, recuerda la analista, Biden ha querido tener un mayor acercamiento con la región, después de que en la era Trump esta fuera dejada de lado: “Por eso es contradictoria su postura de aislar a algunos países. No invitarlos es evitar el diálogo”.
Según el Gobierno cubano, sería “sorprendente” que Biden no llegara a invitar a la isla porque se apartaría de la política que él mismo defendió cuando era vicepresidente de Barack Obama. Luego de ser vetada de los seis primeros encuentros regionales, Cuba había sido invitada a las dos últimas, celebradas en Panamá en 2015 y en Perú en 2018. En el caso de Venezuela, existe otro problema, porque EE. UU. no reconoce a Nicolás Maduro como presidente, sino a Juan Guaidó. Pero, entre los tres países excluidos, Nicaragua parecería ser el que menos posibilidades tendría de ser invitado.
Para el politólogo Matías Bianchi, director de la organización Asuntos del Sur y docente de la Universidad de Arizona, querer aislar a ciertos países de la cita regional es un “error estratégico” de Estados Unidos. “El país anfitrión es quien invita, pero me parece una estrategia que no contribuye a generar vínculos hemisféricos”, afirma el experto. Biden no estaría teniendo una lectura correcta sobre lo que ha sucedido en los últimos cinco años en la región y lo que está sucediendo ahora. “Varios países de la región tienen ahora un gobierno de izquierda y eso va generando también un espacio diferente. Más que un boicot de estos países, parece ser una posición coherente”, agrega.
Ambos analistas coinciden en que, en medio de la actual guerra en Ucrania, la consecuente inestabilidad económica mundial y, además, la pandemia de COVID-19 que aún no ha terminado, se necesita una mayor cooperación entre los países latinoamericanos para enfrentar las consecuencias. “Son momentos históricos que requieren mayor encuentro, negociación, mayor capacidad de intercambio y no perder la oportunidad de discutir. Esto más parece una disputa entre regímenes de izquierda y derecha, y prácticamente están desoyendo lo que realmente importa”, sostiene Bianchi.
Sin embargo, de las realidades socio-políticas, habría que tener en cuenta las próximas elecciones intermedias en Estados Unidos, en las que los adversarios de Biden utilizarán sus errores en política exterior. “Creo que Biden está en una disyuntiva, entre lo que quiere proyectar a nivel internacional en términos de liderazgo en la región, pero, por otro lado, tiene una cuestión de política interna. Invitar a países considerados no democráticos le puede costar políticamente”, asegura la politóloga Aparicio. Además, está el hecho de que la aprobación de Biden se sigue desplomando.
Si al final más países deciden no asistir a la cumbre, “sería una cumbre fallida, como muchas voces predicen”, dice la experta. Y añade: “Porque si ni México ni Brasil, los dos países más importantes de la región en términos económicos, asisten, es también un fuerte mensaje. Creo que el mensaje que Biden quería enviar al mundo, de líder regional, claramente no se podrá dar”, según un informe de ms.
Matthew Lee y Chris Megerian, en Associated Press afirman que mientras el presidente Joe Biden efectúa una gira por Asia, su gobierno procura salvar la cumbre enfocada en América Latina.
La Cumbre de las Américas, de la que Estados Unidos es anfitrión por primera vez desde la reunión inicial de 1994, estuvo en peligro de derrumbarse debido a las preocupaciones sobre la lista de invitados.
El presidente de México, Andrés Manuel López, amenazó con boicotearla si se excluye a Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Una cumbre vacía socavaría los esfuerzos de Estados Unidos para reafirmar su influencia en América Latina ante los avances de China en la región al tiempo que aumentan las preocupaciones sobre un retroceso democrático en la zona, según Matthew Lee y Chris Megerian.
El periodista Ángel Guerra en un artículo sobre AMLO, el bloqueo y la Cumbre, expresa que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha hecho de la denuncia del bloqueo a Cuba y de la lucha por su levantamiento una de las principales banderas de su política exterior, basada en históricos principios consagrados en la Constitución mexicana.
¿Por qué es este un tema central a la hora de expresar su inconformidad con que los anfitriones de la cumbre de Los Ángeles hayan excluido a Cuba, Nicaragua y Venezuela? Para un estadista de la estatura moral e intelectual de López Obrador el asunto tiene una enorme importancia ética, humana y estratégica. Relacionada nada menos que con el horizonte que propone de una unión de pueblos y Estados de América Latina y el Caribe(ALC) con Estados Unidos y Canadá.
AMLO ha venido insistiendo en que Estados Unidos (EU) no puede seguirse conduciendo en sus relaciones con los pueblos y gobiernos de nuestra región como lo ha hecho “en los últimos dos siglos”. Estudioso de la historia, conoce muy bien lo que el hegemonismo, la arrogancia y la violencia entrañadas en la doctrina Monroe (1823) les han costado a nuestras naciones en opresión, intervenciones y sangre.
Lo argumentó en el venerable Castillo de Chapultepec cuando llamó a “mantener vivo el sueño de Bolívar”. El presidente de México está convencido de que lograr el levantamiento del bloqueo a Cuba es no solo un acto de justicia elemental para el pueblo cubano que lo sufre. Es también una acción estratégica indispensable para conseguir que EU acepte, por fin, mantener una relación de verdadero respeto e igualdad con los pueblos de ALC.
En sus declaraciones sobre la cumbre ha dicho: “¿Cómo es que se va a mantener un bloqueo que impide que lleguen los alimentos al pueblo cubano, que impide que lleguen las medicinas? … La empresa que les vende de otro país pasa a una lista negra y ya no puede vender nada en Estados Unidos, un barco que va a Cuba queda tachado, es más, declaran: es un país ‘terrorista’ y no se puede hacer ningún acuerdo, no puede viajar nadie a un país ‘terrorista’. Entonces ¿Cumbre de las Américas para qué?».
En esa línea, el canciller mexicano Marcelo Ebrard afirma que poner fin al bloqueo es el “tema central” de la cumbre (La Jornada.6/6/2022). AMLO plantea que no basta con el rechazo al cerco gringo por el que votan todos los años la inmensa mayoría de los países en la Asamblea General de la ONU. Aspira a mucho más: lograr que Washington comprenda, o al menos admita, por elemental realismo político, que ya los pueblos de nuestra América no están dispuestos a aceptar su injerencia, sus intervenciones y sus imposiciones y que únicamente si pone fin al bloqueo a Cuba es que puede aspirar a una relación de amistad y cooperación con sus vecinos del sur. Naturalmente, ya para entonces se habrá enterrado a la OEA, como se hizo con el ALCA en Mar del Plata.
Aunque por principios se ha negado a asistir a la cumbre, AMLO ha sido prudente y enviado en su representación al jefe de su diplomacia pues como dijo en una ocasión: “no nos vamos a fajar con Sansón a las patadas”. Admirador del ideal bolivariano de unidad regional, aseguró desde un principio que, si no se invitaba a todos los países, no concurriría a la cita y así lo ha cumplido.
Si Washington les hubiera prestado la debida atención a los razonamientos de López Obrador, tal vez podría haber disminuido algo, el papel pobre, menor y antidemocrático que protagonizará en la Cumbre de Los Ángeles. Pero no ha sido así. La lluvia de críticas procedentes incluso de gobiernos amigos y de analistas de tendencias políticas opuestas que señalaban el grave error de excluir países, ya rechazado unánimemente en la VI Cumbre de Cartagena, no fueron escuchadas.
Biden retrocedió históricamente pues ya Cuba había sido invitada a las cumbres VII y VIII. Trump, en su obsesión antivenezolana, excluyó brutalmente a Caracas de la VIII. Biden lo ha superado. La ausencia de AMLO ya es un agujero irreparable de imagen, pero tampoco asisten en protesta por las exclusiones los presidentes Luis Arce de Bolivia y Xiomara Castro, de Honduras. Por la misma razón se queda en casa el primer ministro Ralph Gonsalves, de San Vicente y las Granadinas, uno de los más talentosos e influyentes políticos de CARICOM, organización que manifestó tempranamente a Washington su disgusto por las exclusiones.
En particular, ha argumentado la enormidad de la tragedia que hubiera significado para sus Estados miembros, resistir la pandemia sin el apoyo de Cuba y Venezuela.
Se supone que es del mayor interés de Washington el tema de la migración y resulta que no asistirán los jefes de Estado de los tres países del llamado triángulo norte ni el de México, decisivos en este tema.
La cumbre es un fracaso anunciado. Hasta de sus invitados Biden recibirá duras críticas. Eso sí, atentos a la Cumbre de los Pueblos. Pero esa es otra historia.
La incertidumbre es indicio de una caótica planeación del encuentro: Normalmente, las reuniones con jefes de Estado son organizadas con bastante antelación con agendas claras y listas de invitados también claras.
“No hay excusa de que no tuvieron tiempo suficiente”, dijo Ryan Berg, alto miembro del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales. “Esta es nuestra oportunidad para establecer una agenda regional. Es una gran oportunidad. Y me temo que no la vamos a aprovechar”.
“La prioridad de nuestra agenda es que trabajemos juntos sobre los desafíos centrales que enfrenta nuestro hemisferio”, declaró Price, como la migración, el cambio climático y las repercusiones económicas de la pandemia de coronavirus.
Para el periodista Ángel Guerra, la cumbre de Los Ángeles es otra prueba fehaciente del carácter autoritario y antidemocrático de las elites que rigen Estados Unidos. La exclusión de la reunión de Cuba, Nicaragua y Venezuela desde un principio lo confirma rotundamente. Se trata de un hecho de suma gravedad, que conduce a otras exclusiones también muy graves. Estados Unidos ha despreciado el consenso de no exclusión al que se había llegado, por el cual Cuba participó ya en las ediciones VII y VIII, de Panamá y Lima, obedeciendo a un clamor general de los gobiernos y pueblos de la región. Esto significa que Washington, no comprende, o no se quiere percatar, que ya se terminó la época de la hegemonía neoliberal cuando hacía y deshacía a su antojo. Tampoco soporta que tome mucha fuerza de nuevo –como en la década de fines de los noventas y fines de los 2000- pero con más hondura, el rechazo de los pueblos al neoliberalismo y una clara tendencia a la elección de gobiernos progresistas, presentes en México, Bolivia, Honduras, Perú, Argentina, Chile y tocando a las puertas en Colombia con Petro, reciente ganador de la primera vuelta, y en Brasil con Lula, a quien todas las encuestas dan ya ganador absoluto. Por supuesto, a esto hay que añadir a Cuba, Venezuela, Nicaragua y los 6 valientes Estados del Caribe Oriental que forman parte del ALBA, todos los cuales comparten no pocas ideas y también proyecciones en política exterior con los anteriormente mencionados y acaban de hacer gala de una clara y acertada mirada del mundo actual en la XXI Cumbre del Alba.
Otra grave acción antidemocrática del gobierno de Biden es que no haya preguntado a los gobiernos de América Latina y el Caribe qué temas eran de su interés discutir en la reunión. Con su arrogancia usual y, como prueba de que el fantasma de James Monroe guía aún las acciones del departamento de Estado y de la Casa Blanca, estos se atribuyeron el derecho, que nadie les ha concedido, de decidir los temas y, si acaso, hacer como que consultaban los borradores con algunos de los gobiernos de su agrado.
La migración ilegal está a la cabeza, junto al control de fronteras, análisis de sus causas, corresponsabilidad en el tema, etc. Todo ello muy discutible pues son las políticas estadounidenses y de las sumisas oligarquías locales las mayores causantes de la migración en la región, iniciando con sus decenas de intervenciones militares desde el siglo XIX, añadidas a la imposición- a veces invasión de los marines mediante- de sangrientas dictaduras militares, después la doctrina de seguridad nacional y el Plan Cóndor, sin olvidar las guerras centroamericanas de los ochentas y como remate las políticas neoliberales. Casi todas ellas causantes de la migración mesoamericana.
Cómo piensa Washington discutir sobre migración ilegal, si no participan en el debate Cuba y Venezuela, cuyas corrientes migratorias han sido deliberadamente provocadas con su criminal política de bloqueo, en el caso de Cuba por seis décadas y llevada ya a extremos salvajes de crueldad; en ambos casos mantenida durante la pandemia.
La cumbre se proponía acciones que dramáticamente mejoren la respuesta a la pandemia y la resiliencia, promueva una recuperación verde y equitativa, atrevidas, fuertes e inclusivas democracias y atienda las causas de raíz de la migración irregular”. Sinceramente, es para morirse de la risa. De cuándo a acá el imperio se preocupa por la solución de nuestros problemas. Si no fuera indignante, sería también para reír a carcajadas pretender un debate serio sobre la respuesta a la pandemia que no tome en cuenta a Cuba, el único país del tercer mundo creador de sus propias vacunas y con la enfermedad bajo total control gracias a haber inmunizado a 96 por ciento de su población. Añádase el envío de 5 mil de sus médicos a apoyar a otros países contra la Covid.
La Novena Cumbre de las Américas fue un fracaso. El debate se redujo al problema de la migración de exclusivo interés del presidente Joe Biden de Estados Unidos. Los demás presidentes recurrieron a los cansinos temas de siempre en espera que el impero provea de dinero a algunos mandatarios para ejecutar “obras sociales”.
Pero el fracaso está en la inasistencia de varios presidentes de América Latina y el Caribe que no fueron invitados por el anfitrión Biden porque no son “democráticos” como si la descarada y desfachatada “democracia” yanqui podría servir de ejemplo.
Las notables inasistencias a la famosa Cumbre de las Américas, fueron: Miguel Díaz-Canel de Cuba, Daniel Ortega de Nicaragua, Nicolás Maduro de Venezuela, Andrés Manuel López Obrador de México, Luis Arce de Bolivia, Xiomara Castro de Honduras, Alejandro Giammetti de Guatemala y Luis Lacalle Pou de Uruguay que informó que estaba enfermo. Tampoco asistieron a la Cumbre los presidentes de los países del Caribe, porque rechazaron la exclusión de Cuba que había sido el único país en ayudarles con efectividad a combatir el Covid-19. Demostraron que la solidaridad es fundamental y más importante que las exclusiones imperiales.
La Cumbre de las Américas son reuniones periódicas que realizan los presidentes de América, diseñada para que los presidentes “discuten temas de política común, afirmen valores compartidos y se comprometen a acciones concertadas a nivel nacional y regional para abordar desafíos continuos que enfrenta el continente”.
La Cumbre de las Américas se realiza aproximadamente cada tres años y tiene importancia porque es la única reunión que convoca a todos los jefes de Estado de Sudamérica, Centroamérica y Norteamérica.
Este año Estados Unidos fue el anfitrión de la IX Cumbre de las Américas, que se realizó en medio de la polémica cuando algunos mandatarios amenazaron con no asistir si no se invitaba a todos los países, después de que el gobierno estadounidense anunciara que no invitaría a Venezuela, Cuba y Nicaragua. ¿De qué Cumbre podrían hablar si no asistieron varios presidentes que dieron lecciones de dignidad y respeto a sus pueblos libres, independientes y soberanos?
“Y cuando terminó la cumbre, 20 líderes habían firmado un acuerdo que ofrece una hoja de ruta para manejar los grandes flujos migratorios de la región, quizás el logro más significativo de una reunión cuya relevancia muchos habían cuestionado antes.
El presidente de Argentina, Alberto Fernández, sugirió que se deben cambiar las reglas de las futuras cumbres para evitar que las naciones queden excluidas. “Definitivamente hubiéramos deseado una Cumbre de las Américas diferente. El silencio de los ausentes nos está llamando”, finalizó.