Estados Unidos y sus aliados de la Unión Europea, con la invalorable cooperación de los medios de comunicación hegemónicos que son de propiedad de poderosos intereses económicos del capitalismo transnacional, difundieron noticias y opiniones que inculpan a Rusia por la crisis alimentaria mundial, “por la invasión a Ucrania” pero callan desvergonzadamente que Estados Unidos y sus amigos de la UE no permiten que barcos cargados de trigo o fertilizantes, zarpen de los puertos rusos o ucranianos, para demostrar la efectividad de las famosas sanciones económicas impuestas a Rusia.
Además, con la colaboración de Estados Unidos y la Unión Europea, Ucrania colocó poderosas minas en los mares de Azov y Mar Negro. Algunas de esas minas se han desprendido de sus candados y han llegado, incluso a Turquía, poniendo en grave riesgo a naves y vidas de ese país y de otras nacionalidades. Si los mares contiguos a Ucrania están minados, no hay forma de la normal circulación de los barcos cargueros y de todo tipo de naves. ¿Acaso Rusia minó los mares Azov y Negro?
Las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea son las principales causantes de desabastecimiento de productos alimenticios y por consiguiente del deterioro y agravamiento de la crisis alimentaria en el planeta.
Un derecho fundamental es el derecho a la alimentación que hoy se ve afectado por las políticas sancionadoras del imperio y sus aliados de UE. La crisis alimentaria mundial destruye el derecho más elemental para el ser humano: el derecho a no sufrir hambre y a estar bien alimentados. “Este drama no sólo impide el desarrollo de las naciones, ya que el difícil acceso a los alimentos trae consecuencias graves en la salud, la educación, el bienestar de madres y padres. Además, disminuye la capacidad del ser humano de ganarse el sustento diario”.
Se define a la crisis alimentaria como la dificultad seria y, en la mayor parte de las veces, insuperable, que tienen los seres humanos al acceso a alimentos suficientes, seguros y nutritivos para satisfacer sus necesidades dietéticas y preferencias alimentarias para una vida activa y sana, de conformidad con una de las concepciones de la FAO.
“El último Informe de la Red Mundial contra las Crisis Alimentarias plantea que tras la pandemia por la Covid-19, han surgido nuevas amenazas para los países más vulnerables en relación con el acceso a los alimentos. Sin ir más lejos, en 2020 había 155 millones de personas que sufrían la crisis alimentaria, según el último informe de GRFC. Es decir, en sólo un año 20 millones de personas pasaron a engrosar esta dramática lista”. La situación ha empeorado como resultado de las políticas internacionales adoptadas por Occidente, lo que significa que, en este año, serían unos 220 millones de seres humanos los que sufren de crisis alimentaria.
Sin duda se está generando una crisis alimentaria a nivel global. Según el Programa Mundial de Alimentos de la ONU, esto impacta en los más vulnerables y en tan solo un año hubo una subida del 78% en cifra de personas con inseguridad alimentaria.
Estos sobrecogedores datos hacen que una gran parte de la población mundial tenga que luchar a diario por conseguir algo tan básico como la soberanía alimentaria, que no es otra cosa que la capacidad de decisión y control de lo que se lleva a la mesa de casa para alimentar a la familia.
La seguridad alimentaria se da cuando una persona tiene acceso a alimentos sanos y nutritivos, pero no existe la mínima seguridad alimentaria cuando no hay posibilidad de acceso a los alimentos por pobreza y miseria extremas o cuando la producción de alimentos es insuficiente en determinados países o regiones que son afectados por las condiciones climáticas.
Por su parte, la Red Mundial contra las Crisis Alimentarias registró su nivel histórico más alto de inseguridad alimentaria aguda en su informe del año anterior. Como resulta evidente, este nivel está directamente relacionado con el índice de pobreza de cada país.
Dicho informe destaca la gravedad y el número notablemente elevado de personas en crisis, emergencia o hambruna en 55 países y territorios, impulsados por conflictos persistentes, preexistentes y crisis económicas, como la que provocó en 2020 la COVID-19, y fenómenos meteorológicos extremos.
Las víctimas más graves de la falta de alimentos son los niños. “Es muy triste y lamentables que sean los niños los que sufren de desnutrición aguda. Se expresa que unos 75 millones de niños sufrieron retraso en el crecimiento, y 17 millones padecieron de adelgazamiento extremo. Las zonas más afectadas fueron: África, Oriente Medio, Asia, América Latina y el Caribe.
El mencionado informe hace hincapié en tres factores que provocaron el aumento de la crisis alimentaria en el mundo. “Primero están los conflictos políticos y armados producidos en diferentes partes del mundo. Segundo, los fenómenos meteorológicos extremos como las largas y difíciles sequías. Y tercero, las perturbaciones económicas, como el declive de la moneda en ciertas naciones”.
Por otra parte, según un informe de Redalyc, hubo otros factores determinantes que potenciaron todavía más la crisis alimentaria. En concreto, el estudio destaca que la implementación de agrocombustibles, como alternativa a la crisis energética global hizo que el desvío del 5% de la producción de cereales en el mundo a la producción de agrocombustibles que, a su vez, permitió que los precios aumentaran entre un 5% y un 20% a escala global.
Este mismo informe expone que el aumento en la demanda de cereales en países de alto crecimiento demográfico como China e India, así como el de alimentos poco saludables como los aceites de palma, provocó una clara deficiencia de la autosuficiencia alimentaria.
Por consiguiente, el número de personas que sufre inseguridad alimentaria aguda y requiere asistencia alimentaria urgente para salvar vidas y apoyo a los medios de vida sigue aumentando a un ritmo alarmante. Por eso, es más urgente que nunca antes, hacer frente a las causas profundas de las crisis alimentarias en lugar de solo responder después de que estas ocurren. Esta es una de las principales conclusiones de un informe anual presentado por la Red mundial contra las crisis alimentarias, una alianza internacional de las Naciones Unidas, la Unión Europea (UE), organismos gubernamentales y no gubernamentales que trabajan para hacer frente conjuntamente a las crisis alimentarias.
En el documento se pone de manifiesto que alrededor de 193 millones de personas en 53 países o territorios se encontraban en contextos de crisis con una inseguridad alimentaria aguda o en situaciones peores (fases 3 a 5 de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases [CIF/CH]) en 2021. Esta cifra representa un incremento de casi 40 millones de personas en comparación con las cifras máximas ya registradas en 2020. De dichas personas, más de medio millón de personas (570 000) habían alcanzado la fase más grave de inseguridad alimentaria aguda —la fase de catástrofe (Fase 5 de la CIF/CH)— en Etiopía, el sur de Madagascar, Sudán del Sur y Yemen, y requirieron acción urgente para evitar un colapso de los medios de vida, inanición y muertes generalizados.
Si se observan los mismos 39 países o territorios estudiados en todas las ediciones del informe, el número de personas que se enfrentan a condiciones de crisis o situaciones peores (Fase 3 de la CIF/CH o superiores) prácticamente se duplicó entre 2016 y 2021, con aumentos ininterrumpidos cada año desde 2018.
Estas preocupantes tendencias son el resultado de múltiples factores que se retroalimentan entre sí, que van desde conflictos hasta crisis ambientales y climáticas, desde crisis económicas hasta crisis sanitarias cuyas causas subyacentes son la pobreza y las desigualdades
Las principales causas subyacentes de la creciente inseguridad alimentaria aguda de 2021 fueron:
- los conflictos (el principal factor que empujó a 139 millones de personas a la inseguridad alimentaria aguda en 24 países/territorios, frente a unos 99 millones en 23 países/territorios registrados en 2020);
- los fenómenos meteorológicos extremos (más de 23 millones de personas en ocho países/territorios, frente a 15,7 millones en 15 países/territorios);
- las perturbaciones económicas (más de 30 millones de personas en 21 países/territorios, cifra que marca una disminución respecto de más de 40 millones de personas en 17 países/territorios en 2020, principalmente debido a los efectos de la pandemia de la enfermedad por coronavirus [COVID-19]).
A estos factores, necesariamente hay que agregar el desperdicio de alimentos que se origina ya en los cultivos, al tirar fruta y verdura que no cumple con la normativa. La ONG Espigoladors recoge estos desperdicios y los reparte entre los más necesitados.
Por otra parte, la ampliación de la frontera agrícola le abre la puerta a la desertificación. La explotación extrema de las tierras cultivables deja tras sí zonas desérticas que obligan a tumbar más bosques. La ampliación de la frontera agrícola es el factor clave en la ampliación de desiertos en América Latina y en el resto de la tierra.
Por la progresiva desertificación hay menos productos agrícolas y la pobreza extrema se extiende, pues cada vez más personas necesitan donaciones de alimentos, pero hay cada vez menos dinero y voluntarios para ayudar a distribuirlos. Los precios aumentan y las donaciones disminuyen, pero los niños y adultos con hambre crecen en los cinco continentes.
También hay otros factores que inciden en la falta de alimentos para los pobres y necesitados del mundo. Miles de toneladas de alimentos se desperdician cada día. Los basureros o tachos de basura ubicados en las afueras de los restaurantes se llenan de comida sobrada o desperdiciada y, desde allí, son escarbados por los pobres y hasta por organizaciones humanitarias que recogen los desperdicios, para distribuirlos entre los más necesitados.
Pero, también hay otros factores de desperdicio. A menudo el desperdicio de alimentos se origina ya en los cultivos en los tiempos de cosecha, pues los agricultores suelen botar la fruta y la verdura que no cumplen con la normativa para venderlas en el mercado, que posteriormente, cuando existe la posibilidad, la ONG Espigoladors recoge los desechos de los agricultores, para posteriormente distribuirlos entre los que en verdad necesitan llevarse un mendrugo de comida a sus estómagos.
Igualmente, se debe destacar que la carencia de alimentos se origina, también, en la ampliación de la frontera agrícola que termina por abrir la puerta a la desertificación. La explotación extrema de las tierras cultivables deja tras sí, zonas desérticas que obligan a tumbar más bosques. La ampliación de la frontera agrícola es el factor clave en la fabricación de desiertos en América Latina.
Múltiples son los factores que obligan a que cada vez más personas necesitan donaciones de alimentos, pero hay cada vez menos dinero y voluntarios para ayudar a distribuirlos. Los precios aumentan y las donaciones disminuyen. De acuerdo con la definición de la FAO, la seguridad alimentaria existe cuando todas las personas llevan una vida activa y sana, gracias a que tienen acceso económico, social y físico a alimentos sanos y nutritivos que satisfacen sus necesidades alimentarias.
Entre los factores que impiden o permiten una mejor producción de alimentos están los fertilizantes. Ocurre que, en estos días, al imperio yanqui y sus aliados de la UE se les ocurre inculpar a Rusia y Bielorrusia de la carencia de fertilizantes, cuando son incapaces de reconocer que sus medidas y sanciones arbitrarias impiden que barcos cargados de fertilizantes partan de los puertos de Rusia y Ucrania.
Refiriéndose a los fertilizantes, una organización internacional relacionada con la FAO pregunta: ¿Crees que la escasez mundial de fertilizantes es un problema ajeno? Mírate en el espejo. Si estás leyendo esto en América del Norte, Europa, América Latina o Asia, lo más probable es que el manojo de aminoácidos que te devuelve la mirada esté vivo hoy gracias a los fertilizantes químicos.
De hecho, según el célebre investigador canadiense en materia de energía Vaclav Smil, dos quintas partes de la humanidad (más de tres mil millones de personas) están vivas gracias a los fertilizantes nitrogenados, el principal ingrediente de la Revolución Verde que sobrealimentó al sector agrícola durante muchos años.
La trifecta de fertilizantes químicos que triplicó la producción mundial de cereales (nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K)) permitió el mayor crecimiento de la población humana que jamás haya visto el planeta. Ahora escasea, y los agricultores, las empresas de fertilizantes y los Gobiernos de todo el mundo se esfuerzan por evitar una caída aparentemente inevitable del rendimiento de los cultivos.
«No estoy seguro de que sea posible evitar una crisis alimentaria», duda el Presidente de la Organización Mundial de Agricultores, Theo de Jager. «La cuestión es cuán amplia y profunda será. Lo más importante es que los agricultores necesitan la paz. Y la paz necesita a los agricultores».
Personas con intereses políticos identificadas con el capitalismo imperial sostienen que la situación de Ucrania se convirtió en un duro golpe para la producción y comercialización de productos agropecuarios que ha afectado negativamente en la crisis alimentaria que ya padecía una parte muy significativa del mundo.
Rusia suele exportar casi el 20% de los fertilizantes nitrogenados del mundo y, junto con su vecino sancionado, Bielorrusia, el 40% del potasio exportado del mundo, según los analistas de Rabobank. La mayor parte de esta cantidad está ahora fuera del alcance de los agricultores del mundo, gracias a las sanciones occidentales y a las recientes restricciones de Rusia a la exportación de fertilizantes.
«Si hablas con un agricultor de América del Norte o de Oceanía, la principal conversación es sobre los fertilizantes, concretamente sobre el precio y la disponibilidad de los mismos», contó Theo de Jager en una conferencia virtual sobre el tema celebrada recientemente. «Los precios son más o menos un 78% más altos que la media en 2021, y esto está resquebrajando la parte de producción de la agricultura. En muchas regiones los agricultores simplemente no pueden permitirse llevar los fertilizantes hasta la granja, o incluso si pudieran, no tienen fertilizantes disponibles. Y no se trata sólo de fertilizantes, sino también de productos agroquímicos y combustible. Esta es una crisis global y requiere una respuesta global».
Lo que callan los analistas es que el encarecimiento de los productos fertilizantes y los grandes problemas de exportación-importación son consecuencia de las sanciones económicas que Estados Unidos y de la Unión Europea, impusieron a Rusia y Bielorrusia, así como el minado de las aguas de los mares colindantes con Ucrania. Igualmente, los fletes del transporte subieron exageradamente. Por otra parte, y muy sustancial, los bancos han ejecutado acciones encaminadas a dificultar los créditos que necesitan los importadores y comercializadores de fertilizantes.
La mayor parte de la respuesta hasta ahora ha sido bastante ad hoc, con cada granja y Gobierno por su cuenta. Estados Unidos y los bancos de desarrollo mundiales, con el despliegue de grandes aparatos propagandísticos, anunciaron un importante «plan de acción» sobre seguridad alimentaria mundial que suma más de 30 000 millones de dólares en ayuda, con la esperanza de evitar que se repitan las revueltas alimentarias que derribaron Gobiernos durante las crisis ocurridas.
El analista Joel K. Bourne, Jr preguntaba: ¿Crees que la escasez mundial de fertilizantes es un problema ajeno? Mírate en el espejo. Si estás leyendo esto en América del Norte, Europa, América Latina o Asia, lo más probable es que el manojo de aminoácidos que te devuelve la mirada esté vivo hoy gracias a los fertilizantes químicos.
De hecho, según el célebre investigador canadiense en materia de energía Vaclav Smil, dos quintas partes de la humanidad (más de tres mil millones de personas) están vivas gracias a los fertilizantes nitrogenados, el principal ingrediente de la Revolución Verde que sobrealimentó al sector agrícola en la década de 1960.
La trifecta de fertilizantes químicos que triplicó la producción mundial de cereales (nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K)) permitió el mayor crecimiento de la población humana que jamás haya visto el planeta. Ahora escasea, y los agricultores, las empresas de fertilizantes y los Gobiernos de todo el mundo se esfuerzan por evitar una caída aparentemente inevitable del rendimiento de los cultivos.
El analista informa: «No estoy seguro de que sea posible evitar una crisis alimentaria», duda el Presidente de la Organización Mundial de Agricultores, Theo de Jager. «La cuestión es cuán amplia y profunda será. Lo más importante es que los agricultores necesitan la paz. Y la paz necesita a los agricultores».
Sin duda, los conflictos bélicos suelen golpear muy duramente a la agricultura en todos los países del mundo. Por ejemplo, Rusia suele exportar casi el 20% de los fertilizantes nitrogenados del mundo y, junto con su vecino sancionado, Bielorrusia, el 40% del potasio exportado del mundo, según los analistas de Rabobank. La mayor parte de esta cantidad está ahora fuera del alcance de los agricultores del mundo, gracias a las sanciones occidentales y a las recientes restricciones de Rusia a la exportación de fertilizantes.
«Si hablas con un agricultor de América del Norte o de Oceanía, la principal conversación es sobre los fertilizantes, concretamente sobre el precio y la disponibilidad de los mismos», contó de Jager en una conferencia virtual sobre el tema celebrada recientemente. «Los precios son más o menos un 78% más altos que la media en 2021, y esto está resquebrajando la parte de producción de la agricultura. En muchas regiones los agricultores simplemente no pueden permitirse llevar los fertilizantes hasta la granja, o incluso si pudieran, no tienen fertilizantes disponibles. Y no se trata sólo de fertilizantes, sino también de productos agroquímicos y combustible. Esta es una crisis global y requiere una respuesta global».
Los agricultores norteamericanos acabarán recibiendo el fertilizante que necesitan esta temporada, proyecta Frost, aunque tengan que pagarlo caro, pero ¿qué pasa con el resto del mundo? Por ejemplo, son las potencias agrícolas de América Latina las más vulnerables a las interrupciones de los fertilizantes, en particular Brasil, que importa alrededor del 85% de sus fertilizantes, una cuarta parte de ellos normalmente de Rusia.
Si los agricultores de ese país reducen el uso de fertilizantes y sus rendimientos disminuyen, podría generarse un impacto significativo en el suministro mundial de alimentos. Brasil se encuentra entre los tres principales exportadores mundiales de soja, maíz y azúcar, así como de carne de vacuno, pollo y cerdo, según profundiza un reciente informe del USDA.
La principal temporada de siembra en el hemisferio sur comienza en septiembre por lo que el Gobierno brasileño se esfuerza por encontrar nuevas fuentes de fertilizantes. A principios de este año, incluso llegó a un acuerdo de trueque con Irán (para eludir las sanciones de Estados Unidos a ese país) por el que Irán enviaría 400 000 toneladas de urea a Brasil a cambio de maíz y soja.
Los fertilizantes rusos son tan importantes para Brasil y para el suministro mundial de alimentos, que la administración Biden abrió una brecha en su conjunto de sanciones a Rusia a finales de marzo. Aunque las sanciones financieras siguen obstaculizando las entregas, los analistas esperan que la medida alivie la presión sobre los precios mundiales de los alimentos.
«Es imposible hacer previsiones sobre esta situación», sostiene Micaela Bové, directora de soluciones agrícolas de Yara Latinoamérica, con sede en Buenos Aires (Argentina).
«Nunca imaginé que la COVID seguiría aquí, y sin embargo lo está. Tampoco sospeché que esta invasión se convertiría en una guerra, y sin embargo lo ha hecho. Pero los agricultores son los héroes en esto. Fueron golpeados por todo lo que puedas imaginar, y siempre producen alimentos».
Bové cuenta que su división de Yara, el gigante noruego de los fertilizantes, no está experimentando escasez en su región, que va desde las pequeñas granjas de México hasta las vastas estancias de Argentina, excluyendo Brasil. Pero los altos precios hacen que muchos utilicen menos. Así que ella y su equipo están impulsando herramientas y aplicaciones para ayudar a los agricultores a utilizar su producto de forma más eficiente. «Las decisiones sobre los fertilizantes dependen del cultivo», dice, «y un agricultor de maíz en México tiene necesidades diferentes a las de un agricultor de cítricos o de plátanos en otro lugar».
Las principales causas subyacentes de la creciente inseguridad alimentaria son:
1.- Conflictos (el principal factor que empujó a 139 millones de personas a la inseguridad alimentaria aguda en 24 países/territorios, frente a unos 99 millones en 23 países/territorios registrados en 2020);
2.- Los fenómenos meteorológicos extremos (más de 23 millones de personas en ocho países/territorios, frente a 15,7 millones en 15 países/territorios);
3.- Las perturbaciones económicas (más de 30 millones de personas en 21 países/territorios, cifra que marca una disminución respecto de más de 40 millones de personas en 17 países/territorios en 2020, principalmente debido a los efectos de la pandemia de la enfermedad por coronavirus [COVID-19]).
Cada vez más personas que necesitan alimentos en diversos países de la tierra y las hambrunas avanzan incontenibles con niños desnutridos y famélicos y adultos hombres y mujeres desfallecientes por falta de alimentos. Al mismo tiempo, hay cada vez menos dinero y voluntarios para ayudar a conseguir alimentos y distribuirlos. Los precios aumentan y las donaciones disminuyen, pues “lo que tenemos hoy es una confluencia de todos los factores que no funcionan de forma concertada», analiza Bert Frost.
Así, el repunte de la actividad industrial que utiliza las materias primas de los fertilizantes que salen de la pandemia, combinado con los bajos inventarios mundiales de cereales alimentarios, han disparado la demanda.
Algo más trascedente agravaría la situación y se relaciona con la alerta de la ONU sobre una crisis alimentaria mundial por el cambio climático.
Por su parte, la FAO recuerda que la seguridad alimentaria existe cuando todas las personas llevan una vida activa y sana, gracias a que tienen acceso económico, social y físico a alimentos sanos y nutritivos que satisfacen sus necesidades alimentarias. Pero, en la actualidad, en todo el mundo hay países que, en realidad, padecen desde hace varios años, de una emergencia grave relacionada con la alimentación.
Es de destacar que hay organizaciones como Acción Contra el Hambre que afirman que “¡Juntos podemos acabar con el hambre en el mundo! Para esa organización humanitaria es de vital importancia implementar mediaciones humanitarias y estrategias de desarrollo preventivas y orientadas a la resiliencia, para superar y acabar con el hambre que podría convertirse en un nuevo azote para el ser humano.
La seguridad alimentaria se da cuando una persona tiene acceso a alimentos sanos y nutritivos y, para que ello ocurra es indispensable inaugurar la justicia social.
TRIBUNAL DIGNIDAD, SOBERANÍA, PAZ CONTRA LA GUERRA
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