CHILE PERDIÓ LA OPORTUNIDAD DE COMENZAR UN CAMBIO HISTÓRICO PARA SU PROPIO BENEFICIO

CHILE PERDIÓ LA OPORTUNIDAD DE COMENZAR UN CAMBIO HISTÓRICO PARA SU PROPIO BENEFICIO

Redacción: SIEMPRE

El pueblo de Chile, en el plebiscito del pasado 4 de septiembre, rechazó de manera contundente el proyecto de nueva Constitución que podría haberse convertido en una de las mejores cartas políticas del mundo que, en sus 388 artículos garantizaba el pleno respeto a los derechos humanos, sociales e inclusive de regulación de los derechos ambientales y que liquidaba la privatización del agua.

Según analistas especializados, los chilenos desperdiciaron la oportunidad que instauraba la atención médica universal, o que legalizaba el aborto, al tiempo que exigía la paridad de género en el gobierno, y que otorgaba respeto y mayor autonomía a las colectividades indígenas como al pueblo Mapuche, que, además, empoderaba a los sindicatos, fortalecía la regulación minera y por primera vez reconocía los derechos de la naturaleza y de los animales. 

El texto de la Constitución rechazada fue escrito por 155 personalidades no sólo políticas sino independientes con elevados conocimientos de constitucionalismo que consagraban una cantidad superior de 100 derechos, “más que cualquier otra constitución en el mundo, entre ellos, el derecho a la vivienda, la educación, el aire limpio, el agua, la alimentación, la salud, el acceso a internet, las prestaciones de jubilación, la asesoría legal gratuita y los cuidados “desde el nacimiento hasta la muerte”.

Naturalmente que ese rechazó fue, también, para el presidente Boric que defendía el proyecto y que una vez conocido el resultado, de inmediato convocó a un diálogo nacional para reafirmar la necesidad de continuar con el proyecto constituyente que se convertía en un proceso de profundos cambios que requiere Chile y que fueron exigidos por el pueblo en las protestas y manifestaciones conocidas como la primavera de 1919 que, entre sus consecuencias se convocó a elegir una Constituyente que permitiera una transformación política con la Constitución  impuesta en 1980 durante la dictadura del fascista Augusto Pinochet.   

BBC News Mundo sostenía que el rechazo a la nueva Constitución representa la primera gran derrota política del presidente Gabriel Boric, quien ha convocado a un diálogo nacional para retomar un «itinerario Constituyente» que incluya a todos los sectores políticos y civiles.

El analista Gerardo Lissardy afirmaba que Boric asumió el cargo como abanderado del clamor por profundas reformas en Chile, incluido el proceso que estaba en marcha para cambiar la Constitución de 1980, heredada del régimen militar fascista de Augusto Pinochet.

Pero el texto de la nueva carta fundamental que redactó una convención electa especialmente para ello, apoyado por Boric, naufragó estrepitosamente en un plebiscito. Tuvo el 62% de votos de rechazo. El presidente izquierdista anunció que buscará acordar «un nuevo proceso constitucional» con el Congreso, fuerzas políticas y sociedad civil.

«Recojo con mucha humildad este mensaje y lo hago propio», dijo Boric en referencia al resultado del plebiscito.

Según la periodista Melissa Velásquez Loaiza, el mensaje de Gustavo Petro sobre el plebiscito en Chile: «Revivió Pinochet» porque ganó el “rechazo” en Chile y seguirá vigente la Constitución de la era Pinochet

Por su parte, CNN Español informaba que tras años del que quizá fue el inicio de uno de los cambios políticos más importantes en la historia reciente de Chile, que se inició con la llamada primavera en 2019, y que llevó a la elección de una Constituyente, los chilenos rechazaron lo que sería el culmen de esta transformación política: le dijeron no a una nueva Constitución que reemplazaría la aprobada durante la dictadura de Augusto Pinochet.

El presidente Gabriel Boric afirmaba que al ser elegido tras una serie de protestas que surgieron como consecuencia de una convulsión social: el pueblo «no quedó satisfecho con la propuesta de Constitución”. El proceso pareciera no terminar aquí, pues tanto el gobierno como la oposición han prometido seguir adelante para crear una nueva Constitución, mas no reformar la actual.

“Los chilenos rechazaron rotundamente la propuesta de una constitución progresista cuyo objetivo era reflejar una gama más amplia de voces en el documento clave de la nación.

«Se generó incertidumbre respecto a cómo se va a implementar, son demasiadas cosas generales», le dijo a CNN en Español Guillermo Hoffmann, consultor y analista político chileno, refiriéndose a algunas de las razones de por qué fue rechazado el proyecto.

Hoffman dice que si bien hay un apoyo transversal a la Constitución propuesta en materia de derechos sociales y que está claro que el Estado deba garantizarlos, hubo ruido sobre cómo fue propuesta esta nueva carta.

«Un colega mío se refiere a ella como la ‘Constitución del Árbol de Navidad”, dijo anteriormente a CNN el profesor Robert Funk de la Universidad de Chile.

“Si alguien demandaba temas ambientales, eso entraba; si alguien exigía regionalización, eso entraba; si alguien exigía más poder para los grupos indígenas, eso entraba», explicó Funk.

Y si bien los chilenos quieren un cambio, desean que sea uno organizado. «(Se propuso) un Estado muy potente en términos de atribuciones y todo lo que son los autogobiernos a nivel comunal, regional, la plurinacionalidad, la manera en que se colocan dos sistemas y se colocaban los sistemas judiciales en forma simultánea para distintas personas dentro de Chile, y una serie de otros errores de esa naturaleza donde no se definía ni la propiedad privada ni se establecía un modelo económico para el país», dijo Hoffman mencionando algunos puntos de por qué prevaleció el rechazo.

«Mucha gente consideró que era necesario buscar una solución y no cualquier solución», agregó. «Y es evidente que muchos temas que estaban acá se van a volver a discutir, pero no se van a resolver en la forma que se ha propuesto».

Para José Viácava, profesor de la facultad de Gobierno de la Universidad de Chile, en Santiago, el resultado negativo tiene que ver más con la manera y el proceso con que se planteó la nueva Constitución, más que con el proceso mismo de reformarla.

El académico señala algunos puntos más polémicos de este cambio como por ejemplo lo concerniente a la «plurinacionalidad», que planteaba la posibilidad de que Chile estuviera constituido como una serie de grupos y «no un reconocimiento único a lo que es la nación chilena». También se desconoce en este texto un sistema político tradicional, dice Viácava, con una propuesta de «un bicameralismo asimétrico» y un «Senado inexistente» en el texto rechazado.

El plebiscito, agregó Viácava, fue no solo contra la constitución propuesta, sino también a la propia Asamblea Constituyente. «Creo que aquí también hay una autocrítica importante que los integrantes de este órgano que trabajó durante este año». «También habrá que revisar en los términos del funcionamiento de cómo lo comunicaron y finalmente qué es lo que terminaron por entregar, no solo como texto y contenido, sino también como forma y mensaje», concluía Viácava.

El cambio propuesto se inició en 2020 cuando el entonces presidente Sebastián Piñera convocó un referéndum para crear una nueva Constitución en medio de la agitación social y el descontento popular provocado por un aumento de la tarifa del metro en octubre de 2019.

En octubre de 2020, más del 78% de los votantes chilenos aprobaron un plebiscito que proponía un cambio constitucional y en junio de 2021 volvieron a emitir su voto para elegir a los integrantes de una asamblea constituyente.

La constitución derrotada habría sido una de las más progresistas del mundo, dando al estado un papel de primera línea en la provisión de derechos sociales.

Otros analistas sostenían que el borrador ponía un fuerte énfasis en la autodeterminación indígena y en la protección del medio ambiente, y habría desmantelado el sistema de derechos de agua altamente privatizado. También, habría exigido la igualdad de género en todas las instituciones públicas y empresas, y consagrado el respeto a la diversidad sexual. Además, preveía un nuevo sistema nacional de salud. Y a todo ello el pueblo chileno le dijo NO.

Y el proyecto se volvió amargamente divisivo. La derecha argumentó que el borrador desplazaría al país demasiado hacia la izquierda, o que era demasiado ambicioso y difícil de convertir en leyes eficientes. En el período previo a la votación, incluso algunos de sus partidarios de izquierda querían que se hicieran ajustes, con su lema «aprobar la reforma».

De hecho, antes de la votación del 4 de septiembre, los partidarios del no pedían un enfoque más hacia abordar el sistema político. «Lamentablemente creemos que el texto propuesto por la convención constitucional, pese a avances muy importantes que tiene… no soluciona el problema central que tiene Chile hoy en día que es el bloqueo de su sistema político», dijo a CNN Chile, la afiliada de CNN, Javiera Parada, vocera del movimiento “Una que nos Una”. «Entonces el foco por lo menos de Una que nos Una va a ser insistir en que para avanzar en estos principios tan importantes, se requiere un buen sistema político y eso no lo entrega el texto», agregó Parada.

Entre tanto, el presidente Gabriel Boric expresaba que la derrota, como decisión de los chilenos y chilenas exige a nuestras instituciones y actores políticos que trabajemos con más empeño, con más diálogo, con más respeto y cariño hasta a arribar a una propuesta que nos interprete a todos, que, de confianza, que nos una como país», puntualizó Boric, un presidente que a luz de muchos fue uno de los grandes derrotados en esta jornada electoral.

Muchos analistas se preguntan ¿por qué el pueblo chileno rechazó el texto que habría legalizado el aborto, adoptado la atención médica universal y consagrado más de 100 derechos constitucionales, es decir todo un récord mundial?

El analista Jack Nicas recordaba que, durante los últimos tres años, los chilenos han luchado por trazar un nuevo rumbo para su país con una nueva Constitución, escrita desde cero, que habría transformado su sociedad y otorgado más derechos que cualquier otro documento fundacional anterior, pero los votantes rechazaron ese documento de manera abrumadora.

Los cambios propuestos querían convertir uno de los países más conservadores de América Latina en una de las sociedades más orientadas a la izquierda del mundo, pero los chilenos decidieron que esa propuesta iba demasiado lejos. El rechazo enfático fue un final abrupto a un proceso largo y por momentos doloroso que prometía una revolución política para el país sudamericano de 19 millones de habitantes, y que, en cambio, deja a Chile como un país profundamente dividido sobre su futuro.

Por ahora, Chile conservará el mismo sistema de leyes con raíces en la cruel dictadura del general Augusto Pinochet, quien gobernó de 1973 a 1990. La decisión de Chile de sustituir la constitución comenzó en 2019, con las protestas en todo el país impulsadas inicialmente por un aumento de 4 centavos de dólar en las tarifas del metro. Los disturbios dejaron un saldo de 30 muertos. Después de la violencia, los líderes políticos acordaron que someterían a la Constitución del país a un plebiscito y, en 2020, casi cuatro de cada cinco chilenos votaron a favor de remplazarla.

Pero la visión transformadora presentada por la Convención Constitucional, integrada por 155 constituyentes electos, muchos de los cuales no pertenecían a la política tradicional, resultó ser una reforma demasiado drástica. Ahora, la clase política de Chile deberá decidir cuáles son los pasos a seguir. Parecería que el amplio rechazo fue un triunfo de las derechas que ahora consideran que el pueblo, les habría otorgado el control a los conservadores del país. “No cabe duda que la Constitución de 1980 ya murió”, dijo la senadora de izquierda Isabel Allende, hija del expresidente socialista Salvador Allende, muerto en 1973 cuando el golpe militar de Pinochet se acercaba al palacio presidencial.

Ximena Rincón, una senadora centrista que ayudó a liderar la campaña por el rechazo dijo en un discurso a sus seguidores: “Tenemos una nueva oportunidad, y no la podemos desaprovechar”.

El texto rechazado incluía compromisos para luchar contra el cambio climático y proteger el derecho de los chilenos a elegir su propia identidad “en todas sus dimensiones y manifestaciones, incluyendo las características sexuales, identidades y expresiones de género, nombre y orientaciones sexoafectivas”.

La ambición de la propuesta constitucional, y su inclinación decididamente de izquierda, al parecer desanimó a los chilenos de las derechas, incluidos muchos de los que habían votado a favor de remplazar la carta magna actual. Hubo una incertidumbre generalizada sobre sus implicaciones y costos, incertidumbre generada en gran medida por información falsa, engañosa, propagadas por las derechas como que la nueva Constitución quitaría las viviendas o que habría prohibido la propiedad de vivienda y que el aborto sería legal hasta en el noveno mes de embarazo.

En la propaganda intervinieron, también, los economistas que propalaron que los cambios propuestos costarían del 9 al 14 por ciento de los 317.000 millones del producto interno bruto de Chile. Por mucho tiempo, el país ha sido uno de los países con menor gasto relativo en servicios públicos entre las principales democracias.

Muchos votantes se oponían particularmente a la definición de Chile como un Estado “plurinacional”. Esto significaba que 11 pueblos indígenas, que representan casi el 13 por ciento de la población, podrían haber sido reconocidos como naciones autónomas dentro del país, con sus propias estructuras de gobierno y sistemas judiciales. La propuesta se convirtió en una pieza clave de la campaña derechista para rechazar la carta magna.

Las cinco regiones donde la propuesta constitucional fue rechazada de manera más contundente se encuentran en el sur, donde el conflicto violento entre la industria maderera y los activistas indígenas ha durado años. “Estoy con harta tristeza, con mucha pena”, dijo Elizabeth Painemal Rain, orfebre y líder comunitaria del grupo indígena mapuche en Nueva Imperial, una localidad pequeña al sur del país. “Tiene que haber un cambio”, dijo. “Pero el cambio no va a ser como queríamos, como en un comienzo se estableció “.  Muchos chilenos también habían mostrado inquietud por la Convención Constitucional que redactó la propuesta, en particular sus miembros más izquierdistas.

Sorprendió que en la campaña interviniera Ricardo Lagos, el expresidente de centroizquierda de Chile de 2000 a 2006, que decía que la propuesta era “extremadamente partidista”.  Patricio Fernández, un escritor de izquierda que fue miembro de la convención, dijo que lamentaba que esas noticias falsas y maliciosas pudieran haber ayudado a perjudicar una oportunidad histórica para su país. “Estoy muy lejos de creer que esta sea una propuesta perfecta”, decían muchos chilenos antes de la votación, “pero es un acuerdo democrático que incorporó muchas voces que, históricamente, en Chile habían estado marginadas o que no habían sido atendidas”.

Para la analista Manuela Cano, se trató de un plebiscito histórico. Cerca de 15 millones de chilenos estaban convocados a votar para decidir si aceptaban o no el texto de una nueva Constitución. La opción de ‘Rechazo’ se impuso con más del 61% de los votos, mientras que el ‘Apruebo’ se quedó con poco más de 38%.

EFE – Juan Carlos Avendano/Aton en EFE-Chile, expresaba que, según analistas, Chile deberán enfrentarse a varios retos: reconocer cuáles fueron los errores del anterior proyecto, abrir un proceso de diálogo y encaminarse a un proceso constituyente más incluyente.

Según Pablo Beytía, sociólogo y fundador de la plataforma Monitor Social, el triunfo del ‘Rechazo’ se puede explicar en buena parte porque su campaña comenzó mucho más temprano que aquella del ‘Apruebo’.

“Partió ya con el comienzo de la generación de la propuesta constitucional. En cambio, la campaña del ‘Apruebo’ partió mucho más tarde, como en julio. Entonces ya venían con desventaja”, aseguraba en una entrevista concedida a France 24.

En Reuters, el periodista chileno Rodrigo Garrido expresaba que, por otro lado, los analistas señalan que la campaña por el ‘Rechazo’ estuvo caracterizada por las ‘fake news’ (noticias falsas) y por contenidos que ridiculizaban buena parte de las propuestas contenidas en el texto. Las redes sociales jugaron un rol clave en la decisión de una buena parte de la sociedad por negar el texto de la nueva Carta Magna.

José Domingo Sagüés, analista político, muchas de las propuestas contempladas en el texto “generaban mucha tensión y desacuerdos, como ocurría con el hecho de que el Estado fuese plurinacional”. Además, varias de ellas no eran específicas, como “qué implicaría el término del Senado y la entrada en vigencia de la Cámara de las Regiones, o que el mismo texto hubiese estipulado el período establecido para que las personas gestantes pudiesen ejercer su derecho a la interrupción voluntaria del embarazo”, según una nota publicada por France 24. 

Y añade: “Aquella falta de certezas fue tierra fértil para una campaña de desinformación impulsada por parte de ciertos sectores del ‘Rechazo”, provenientes de las derechas. Además, este plebiscito tenía una particularidad: el voto obligatorio. Beytía cree que esto fue uno de los principales puntos diferenciadores entre la última votación, con aquella de hace varios años.

“La primera votación por aprobar el proceso fue en un periodo de pandemia y con voto voluntario, entonces eso significa que la población más adulta tenía menos probabilidades de ir a votar y no quería arriesgarse (…) La situación ahora era completamente distinta, entonces con voto obligatorio cambió probablemente mucho el padrón electoral y eso se sintió. Yo creo que eso cambió mucho la balanza», concluyó.

Pero también hubo muchas fallas al interior de la Convención Constitucional: falta de diálogo, personalismos y exclusiones ent5rec los 155 constituyentes que componían la Convención Constitucional que redactó el texto rechazado. Todos ellos fueron elegidos por los chilenos, en una votación en la que los candidatos independientes se impusieron. Al mismo tiempo, lo hicieron las filas de la izquierda y la centroizquierda. Así, muchos criticaban la composición de la Convención y hablaban de cierta ideologización. A esto se le sumó la falta de diálogo entre los diferentes sectores.

Según afirmaba para France 24 Germán Campos-Herrera, investigador asociado del Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales (ICSO) de la Universidad Diego Portales de Chile, “aunque la izquierda y los independientes fueron los ganadores de la convención constituyente, aquellos que lograron más escaños, el no incorporar a la derecha en todos y cada una de las negociaciones también le comenzó a restar apoyo en el proceso”.

Unas divisiones al interior de la Convención que muchas veces terminaron en roces, acusaciones y escándalos. “Le empezaron a restar neutralidad a un proceso que los chilenos y las chilenas esperaban con ansias. Se empezó a gestar una sensación de que el proceso no era tan transparente como se había prometido”, asegura Campos-Herrera.

Por su parte, Beytía también cree que la carencia de diálogo le costó caro al nuevo texto y señala que unos de los grandes vencedores de esta votación fueron los partidos políticos que son instituciones que están organizadas para negociar y para lograr acuerdos, en alguna medida”. Añadía que «faltaban organizaciones claras y jerarquías claras para poder llegar a acuerdos.»

A pesar del rechazo, el proceso constituyente en Chile no ha acabado. Los expertos señalan que es muy probable que se dé inicio a un nuevo intento por adoptar otra Carta Magna. Sin embargo, este debería tener varias diferencias.

Para Beytía, lo más seguro es que este contemple varias figuras expertas y que genere más inclusión de los partidos políticos. Dos puntos claves para encaminar el proceso y que distan de la Convención pasada que tenía una gran presencia de voces independientes.

Mientras que Sagüés añade que Boric jugará un rol decisivo: “El camino debe proponerlo el presidente de la República, habiendo llegado a acuerdos con las distintas fuerzas políticas del país, y en los partidos recaerá una tarea importante para definir la hoja de ruta que permitirá dar continuidad al proceso constituyente”.

Para Campos-Herrera el papel de los partidos contempla a los representantes de todas las ideologías. Por ejemplo, asegura, “algunos actores de la derecha y la centro derecha, que salieron beneficiados de esta derrota, han coincidido en que deben reunirse para gestar una nueva propuesta que sea aún más concreta. La derecha se comprometió, como bloque político, a presentar una propuesta que representara no solo a ese sector político sino a una vasta parte de la población chilena”.

La expectativa también se abría sobre si las propuestas contempladas en el proyecto constitucional rechazado quedarían totalmente marginadas o si, por el contrario, estas tendrían cabida en una nueva propuesta.

Según Beytía, si bien es difícil que este texto se tome como referencia, muchos de los puntos discutidos durante su redacción podrían seguir siendo dialogados en una nueva iniciativa.

Lo mismo asegura Sagüés: “es de esperar que ciertos derechos establecidos en la propuesta constitucional (y que muchos de ellos fueron aprobados por amplias mayorías), sean contemplados en la próxima propuesta de Carta Magna, como ocurre con el artículo 57, que plantea que ‘Toda persona tiene derecho humano al agua y al saneamiento suficiente, saludable, aceptable, asequible y accesible. Es deber del Estado garantizar para las actuales y futuras generaciones’”.

Sin embargo, parece haber una coincidencia en que el nuevo proceso y texto tendrán un carácter más moderado y que deberán ser más incluyente con los espectros políticos.

En resumen, el gran perdedor es el presidente Gabriel Boric y su propuesta reformista porque una de las principales banderas de la campaña del presidente chileno, fue la promulgación de una nueva Constitución.

«Varias encuestas resaltaban que la aprobación del Gobierno tenía que ver con la aprobación de la Constitución. Mientras al Gobierno le iba mal y aumentaba la desaprobación de la administración de Boric también avanzaba el ‘Rechazo'», aseguraban las derechas a través de sus voceros. El rechazo triunfante podría debilitar también varios de los principales puntos de la agenda reformista del mandatario. Se avecina una reforma tributaria y también una reforma a las pensiones, las dos podrían verse afectadas por el fracaso del ‘Apruebo’. El oficialismo ya ha sido fuertemente criticado y señalado de la derrota del nuevo texto.

Ahora Boric tiene grandes desafíos. «Él tiene la oportunidad de erigirse como el articulador de grandes acuerdos para llevar adelante un nuevo proceso constituyente», aseguraba Sagüés. Una derrota que abre nuevos caminos para el diálogo en Chile, en donde Boric tiene el camino abierto para desempeñar el rol de gran mediador

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